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Eficacia policial contra ETA

Pese a las dudas que muchos agoreros sembraron no hace mucho sobre la efectividad del Gobierno y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en la lucha contra ETA, es justo y necesario reconocer ahora la impecable labor de la Guardia Civil, que ha asestado varios golpes letales en los últimos días a la estructura de la banda terrorista.

el 15 sep 2009 / 08:41 h.

Pese a las dudas que muchos agoreros sembraron no hace mucho sobre la efectividad del Gobierno y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en la lucha contra ETA, es justo y necesario reconocer ahora la impecable labor de la Guardia Civil, que ha asestado varios golpes letales en los últimos días a la estructura de la banda terrorista. La desarticulación del Comando Vizcaya ha propiciado una cadena de intervenciones que se han saldado con la detención de Asier Eceiza, un lugarteniente de Txeroki, (el jefe de los comandos de la banda) y la localización de varios zulos en los que los terroristas acumulaban armas, decenas de kilos de explosivos y hasta tranquilizantes para el posible secuestro del concejal socialista de Eibar Benjamín Atutxa, al que estuvieron siguiendo durante tres meses y al que pretendían capturar para chantajear al Gobierno como hicieron en 1997 con el concejal del PP Miguel Ángel Blanco, lo que provocó una reacción ciudadana sin precedentes en este país. Los planes de los terroristas detenidos, que incluían al juez de la Audiencia Nacional Grande-Marlaska entre sus objetivos inmediatos, dan prueba del grado de desesperación de la banda terrorista, completamente acorralada , sin posibilidad alguna de avanzar más que haciendo público el abandono de las armas. La unidad entre PSOE y PP, ratificada esta misma semana entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, deja a ETA contra las cuerdas, con una mínima valvula de escape alentada por la irresponsabilidad del Lehendakari Ibarretxe y su consulta inconstitucional sobre la independencia de Euskadi. Más allá de eso, los terroristas están abocados a la desaparición, acorralados por la Policía y cada vez más solos en una sociedad vasca que les ha retirado gradualmente los apoyos al darse cuenta de que persiguen un imposible por el peor camino, que sólo les llevará a la cárcel.

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