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Efímero, municipal, imperativo

Tipología del acto cultural: capítulo primero. No importa su carácter: rueda de prensa sobre un ciclo o festival, presentación de un libro, inauguración de una exposición, simples degustaciones de canapés sin más pretexto que el intercambio gastronómico, y no -o sí- como broche de oro a lo anterior.

el 15 sep 2009 / 05:37 h.

Tipología del acto cultural: capítulo primero. No importa su carácter: rueda de prensa sobre un ciclo o festival, presentación de un libro, inauguración de una exposición, simples degustaciones de canapés sin más pretexto que el intercambio gastronómico, y no -o sí- como broche de oro a lo anterior. ¿Qué hallamos en común? ¿Qué nexo los iguala? Muy sencillo: reparen en la fotografía o, ante su ausencia, en el cuerpo de la noticia, y enumeren los cargos públicos que respaldan, opinan o -simplemente- pasan por ahí. Multiplicarán en cantidad al responsable, al artista, a los propios informadores. Lucharán a codazos por protagonizar la imagen, apoderándose del centro de la escena -cerca del póster de los logotipos institucionales, si es posible-, y antes de los aplausos se precipitarán hacia la salida, corriendo -volando- hasta alcanzar el acto siguiente. Y vuelta a empezar. Ni plaga ni manía, es una enfermedad: la fotitis.

Con motivo del décimo aniversario de Campo de Agramante, revista editada por la fundación que lleva su nombre, José Manuel Caballero Bonald destacó que la publicación ha logrado zafarse de dos adjetivos de esos que se alejan de la realidad, y acaban transformándose en condena: ser 'efímera', y ser 'municipal'. Todo proyecto cultural se acostumbra al funambulismo desde su concepción, antes incluso de poder ejecutarse: lo efímero, lo volátil, se sobreentiende. Y en cuanto a municipal -sin embargo- yo no interpreto la cuestión geográfica como restricción, sino el carácter público: el peligro de limitar la financiación al ámbito de los impuestos del todos, a un baile de despachos que funcionan sólo por la mañana y no cogen el teléfono cuando sus responsables cambian ya no de color, sino sólo de apellidos.

Háganse con el programa del próximo acto cultural al que asistan; comparen el apoyo privado con el público. El primero es menor o existente, aunque más necesario. Inviertan en cultura: no muerde. Bien gestionada, es rentable. Y mejora -sí- nuestras vidas.

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