Cofradías

Ejemplaridad franciscana

La hermandad asumió que la tarde no estaba para arriesgarse y disfrutó del rato de intimidad

el 28 mar 2013 / 01:45 h.

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Hermandad del Buen Fin. / Victoria Hidalgo Hermandad del Buen Fin. / Victoria Hidalgo Todo estaba preparado. La cera y las insignias repartidas, la cruz de guía apoyada en el portalón de San Antonio de Padua por el interior y hasta el sol en un cielo despejado… solo quedaba abrir las puertas. Pero minutos antes de la hora fijada para la salida, el hermano mayor, José Ramírez, arropado por la junta de gobierno al completo, dejaba la sala capitular y, desde el altar, se dirigía a sus hermanos: "Paz y bien –saludo franciscano–. Con los partes y las explicaciones que nos han dado desde Aemet y completada por un hermano nuestro técnico en Meteorología, por unanimidad, hemos decidido que no realizaremos la estación de penitencia". Pese a todo, sus palabras fueron interrumpidas por el aplauso de todos. Los hermanos habían asumido que la situación no estaba para salir a la calle. Con cerca de 300 niños en el cortejo y la amenaza de dos chubascos fuertes, uno a las 19 horas, que pillaría a la cofradía en plena Campana, y la incertidumbre sobre el comportamiento de una borrasca que en principio se dirigía a Marruecos pero que amenazaba con entrar en la península por el Golfo de Cádiz y descargaría en Sevilla a partir de las 23 horas, cuando la hermandad discurre por calle Cuna, la decisión estaba clara aunque no por eso fue menos “dura”. “Ten en cuenta que tenemos el sol fuera”, comentaba José Abadín, uno de los consiliario de la corporación. El primer gesto del hermano mayor tras el anuncio fue consolar a uno de los niños situado en el presbiterio, pero la mayoría lo asumió estoicamente. La decisión caía por su propio peso. Quedaba, sin embargo, un largo rato para disfrutar en la intimidad de la hermandad de los titulares. Carlos Solís, uno de los encendedores o tío de la caña que acompaña a la cofradía, se afanaba con sus compañeros por iluminar el paso de la Virgen de la Palma. Exornado con rosas y minicalas blancas, la dolorosa atribuida a Pedro Roldán, que ayer estrenaba calle justo a la espalda de San Antonio de Padua. Las puertas se abrirían de 18.30 a 21 horas. La gente que aguardaba la salida de la cofradía se quedó esperando para ver también al Cristo del Buen Fin con las potencias doradas y ese peculiar monte de rosas rojas y claveles que le daban un aire distinto. Una saeta y varias marchas interpretadas por las dos bandas que acompañan a la cofradía mejoraron la tarde.

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