El corcho, un producto tan poco considerado como importante para el ecosistema de la dehesa, no consigue reflotar de su particular crisis. Ahora una plataforma formada por propietarios, ayuntamientos, asociaciones agrarias, grupos de desarrollo rural y organizaciones sociales y ecológicas nace para reactivar un sector que ha perdido en la comunidad andaluza el 80% de su industria de transformación.
Según el portavoz de la plataforma y responsable del área del corcho de COAG Andalucía, Javier Benítez, esta actividad requiere 200.000 jornales al año que cosechan en torno a las 40.000 toneladas, el 60% de la recolecta nacional, sobre una superficie de 250.000 hectáreas de alcornocales. En este sentido, apuntó que el medio rural peligra en muchas zonas dependientes de su producción ya que, por ejemplo, el 60% de la campaña de 2009 se quedó sin sacar "y hay un exceso para este año".
Benítez subrayó la falta de rentabilidad debido a que se está vendiendo a precios muy bajos. Al mismo tiempo, destacó la problemática de la introducción de sustitutos como el corcho sintético, "que no conserva como el natural la frescura del vino", y recordó que el 80% de este producto se utiliza para tapones de vino.
Por otro lado, la calidad del corcho es menor en esta campaña debido a la temporada de lluvias "y al cada vez mayor desentendimiento de la Administración y la falta de relevo generacional".
Benítez instó también a la investigación del sector y a la búsqueda de nuevas utilidades. A este respecto, esta plataforma une a todos los afectados en torno a este producto para trasladar a los agentes y administraciones sociales su problemática.
Así, en su programa prima promover una legislación específica para que los vinos con certificación ecológica utilicen tapones fabricados con corchos naturales. Apoyar este material como aislante en la construcción de viviendas es otro de los objetivos de esta asociación.
