El cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, fue elegido ayer nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para un período de tres años. Rouco ofreció la colaboración leal de los obispos "a la autoridad política" bajo el principio del bien común.
Ni siquiera la costumbre no escrita de que el presidente de los obispos es reelegido para un segundo mandato pudo salvar a Ricardo Blázquez, hasta ahora líder de la jerarquía eclesiástica española, de lo que muchos interpretan como una muerte anunciada. Su escasa beligerancia con José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas iniciativas legislativas han sido capaces de arrancar a los obispos del silencio de sus palacios para manifestarse en la calle, le han condenado a la vicepresidencia de la CEE, según sus detractores.
Así, la elección de Rouco Varela, que salió elegido en primera votación por dos votos de diferencia, dejó de nuevo la jerarquía de la Iglesia católica en manos de su sector más conservador. El nuevo presidente, que ya lo había sido antes de Blázquez durante dos mandatos (seis años), recalcó que el cargo que desde ayer ocupa tiene la "categoría de servicio" y se trata de un trabajo adicional al que los obispos tienen pastoralmente al frente de sus diócesis respectivas.
Se trata pues de "un sacrificio más, un servicio a la CEE y a los obispos", porque el presidente, explicó, "no es la cabeza del episcopado" ni "el jefe de los obispos", ya que la relación jerárquica de los prelados se establece directamente con el Papa, y la función del presidente de una conferencia episcopal es el servicio en la comunión de los obispos. De los 77 votos posibles, Rouco obtuvo 39 (el mínimo necesario) frente a los 37 de Ricardo Blázquez, mientras que un voto fue para Antonio Cañizares, cardenal primado y arzobispo de Toledo y hasta ayer vicepresidente de la Conferencia Episcopal.
Del otro lado. Por su parte, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, envió un telegrama al cardenal Rouco Varela para felicitarle por su elección y en él le expresó su "voluntad de diálogo y colaboración". "Quiero trasladarle mis mejores deseos en su tarea al frente de la CEE y reiterarle mi voluntad de colaboración en el ejercicio de nuestras respectivas responsabilidades", dice el telegrama.