Local

El Alamillo se convierte en destino de los que se quedan

Cientos de sevillanos toman el parque en el puente para disfrutar de una oferta 'sana'.

el 13 oct 2012 / 18:33 h.

TAGS:

Si el Alamillo cumpliera todos los años que se celebran en su recinto, el parque sería el más viejo de Europa. Suerte que sólo tiene 19, uno menos que la Exposición Universal que cambió Sevilla. Las cadenetas de globos bajo los árboles de su dehesa se han convertido en un elemento más del paraje. Apenas unos metros de la entrada principal, el pequeño Iván apaga las velas de la tarta -"cuatro", aclara firmemente- en compañía de amigos del colegio: "Es muy de agradecer que contemos con esta zona verde para nuestros hijos. Aquí estaremos todo el día", señalaba ayer Esther, madre de uno de los pequeños.

El Alamillo a mediodía suena a patio de colegio. Niños riendo y jugando sobre un césped que va acogiendo a cientos de personas (muchas venidas desde la provincia) para disfrutar de un día de relax a coste cero. "A mí me gusta esto más que la playa o cualquier viaje. Vengo todas las semanas y en verano, hasta de noche, que se está tan fresquito. Por Dios, que no nos lo quiten", reivindicó Pepi, que junto a una amiga se disponía a subir al trenecito que recorre el interior del recinto. No han venido solas. Durante el trayecto, se encuentran con sus hijos y nietos, que han montado en bicicleta "para hacer algo de deporte durante esta jornada de descanso".

Cierto es que el parque del Alamillo se ha convertido este puente del Pilar en el destino de muchos sevillanos a los que los recortes y la complicada situación económica les ha obligado a quedarse en casa. Es el caso, por ejemplo, de Manuel y Lourdes, que se habían echado las neveras al hombro para pasar un día de campo: "Estamos los dos parados, y mi marido ya no tiene ni prestación. Pero, ¿cómo privar a nuestros hijos de un día de diversión? Ellos no tienen culpa de nada de lo que está pasando", reflexionaba cargada con las bolsas de comida.

Precisamente, el director del parque resaltaba la importancia de esta zona verde en los tiempos que corren: "Es una oferta de ocio muy creativa y asequible a todos los bolsillos, pues no hace falta gasto alguno". Adolfo Fernández aseguró también que el parque se ha amoldado a la crisis, "reduciendo costes en mantenimiento y vigilancia, pero sin renunciar a la calidad de los servicios".

De hecho, hasta se ha ampliado en la zona sur, conectándolo a través de una pasarela con el parque de San Jerónimo. Por este sendero nuevo llega un goteo de corredores del Triatlón, que cruzan la zona arbolada en busca de la meta sin perturbar el descanso de quienes a esa hora (sobre las 15.00) ya buscan el frescor del césped para sestear entre mesas y sillas de playa. "Ojalá hubiera más zonas verdes como ésta en toda la ciudad. Vengo todos los fines de semana que puedo. Esto es un divertimento sano", reconocía Virginia mientras trataba de dormir a su pequeño paseándolo en el carrito por los senderos. En el "campamento base", con todos los trastos de los cientos de hogares levantados bajo pinos y olivos, su marido quedaba con una doble misión: echar una cabezadita y supervisar las pertenencias para que no falte nada. Lo intentó compaginar, pero finalmente quedó rendido a los brazos de Morfeo.

Más animados están los jóvenes que se arremolinan en torno al monumento dedicado a la enseñanza. Sobre el pupitre se habían sentado tres colegialas, mientras que el resto de la pandilla disputaba una pachanga: "La verdad es que aquí se está de lujo. Con el calorcito y el buen tiempo, y encima nos lo pasamos bien", señala Joaquín, uno de los jóvenes de 19 años, los mismos que el parque el pasado día 12.

A primera hora de la tarde, empieza a sonar una gramola. Es la de Mundi Radio, emisora encargada de organizar el encuentro de gente latina en Sevilla. Banderas de Ecuador y de Colombia se encaraman a los árboles, mientras que a ras de suelo, muchos se encuentran "como en casa" al saborear los platos típicos de su tierra: "Tenemos empanadas colombianas, lechonas y el ornado de cerdo de Ecuador", explica el camarero mientras que Rosario prueba una mazorca de maíz: "Esto es genial. Parece que hemos viajado a nuestro país".

Más viajes (o viajeros) es lo que le hubiera gustado tener la responsable de las bicicletas de alquiler: "La cosa está tranquila, pero no está del todo mal. Eso sí, la venta ha bajado a la mitad con respecto a antes de la crisis", reconoce Carmen. El Alamillo mientras iba engordando la lista de visitantes que desde que abriera sus puertas en 1993 ya supera los veinte millones. Por algo será.

  • 1