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El alcalareño David Cuevas, el nuevo héroe de su pandilla

Ficha por el Alcalá. A primeros de mes era sólo el entrenador del Infantil B del Don Bosco y ahora es el pichichi del verano en Tercera.

el 17 ago 2013 / 13:44 h.

IMG_2172 David Cuevas posa en un parque de Pino Montano. Foto: B. Ruiz. Sonríe y apenas alza la mirada. Es tímido en el contacto directo y jamás recurre al discurso fácil. David Cuevas Pérez (Sevilla, 27-12-1991), un chico cualquiera de Pino Montano, será el nuevo fichaje del Alcalá, de Tercera División. Un interior zurdo con ADN de barrio que a primeros de mes, aconsejado por un amigo, decidió emigrar al Ciudad de Alcalá para someterse a un plazo de prueba. Hoy, 15 días después de aquel disparate, su rostro irradia felicidad. El curso anterior sólo era un jugador del Don Bosco, de Segunda Provincial sénior, y el técnico del alevín de Primera del club de la Huerta del Perejil, donde alternó alegrías y penas junto a su confidente, Jesús Puentes, con el que comparte su amor por el fútbol en la dirección de uno de los mejores conjuntos de la fábrica de San Diego. Ha anotado 7 goles a las órdenes de Jesús Galván, al que idolatra, y se ha erigido en el pichichi del verano. “Ni lo sabía, pero me das una inmensa alegría”, apunta. “La verdad es que la vida me ha cambiado muchísimo. Ahora por el barrio me preguntan que si me va bien”, expone con rictus serio. Es su primera entrevista y destila inocencia en cada frase. “En 15 días con Galván he aprendido más que en dos años”, asegura con la sinceridad reflejada en los ojos. Cuevas creció en el barrio de Pino Montano, allí donde le encanta pasear y al que acude cada día para charlar con sus amigos de la infancia. Se crio en la fábrica del extinguido CD Miraflores, desde el que se marchó al Nervión. El Don Bosco fue su último destino antes de estrenarse en sénior. La fortuna le ha sonreído tarde. A los 22 años y con más de cuatro campañas en Segunda Provincial como aval. Se ha manchado de albero, ha saboreado el fango y ha sentido el incómodo aliento del público rival. El mayor de tres hermanos, ahora sueña con jugar en Tercera División. Menudo, sonriente y tímido en la calle y descarado y técnico sobre el césped. Una fantástica combinación para escribir la feliz historia de un chico de barrio al que los niños de la plazoleta ya conocen. “A ver si le haces un reportaje a mis chavales”, dice con rostro de tipo bonachón.

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