El alcalde de La Luisiana está tranquilo pese a la inminente moción de censura

El Ayuntamiento de La Luisiana celebra mañana un pleno extraordinario en el que se debe aprobar la moción de censura contra el actual alcalde, Emilio Gordillo, expulsado de IU tras haber aceptado una oferta del PSOE, en la oposición, para ser su candidato a la alcaldía.

el 27 ene 2011 / 18:37 h.

El regidor aseguró ayer estar "tranquilo" ante la moción de censura y que el municipio vive con "normalidad" la situación que se avecina para el fin de semana. "Me ha llamado el sargento de la Guardia Civil para preguntarme si hace falta algún dispositivo especial para el sábado y le he dicho que no porque no espero ninguna salida de tono ni la va a haber por mi parte", bromeó.


El todavía primer edil remarcó también que sus vecinos no le han reprochado nada. "Dentro de unos meses, que cada uno presente su proyecto para las municipales y los ciudadanos decidirán", retó el munícipe.

Esta crisis en el equipo de gobierno tuvo ayer su penúltimo episodio con la renuncia a su acta de concejal del responsable municipal de Turismo, Pablo López, que dimitió para no verse involucrado en la reprobación del regidor. Éste ostenta el poder desde el 8 de octubre de 2009, tras tomar posesión del acta de concejal y del bastón de mando en sustitución de Eduardo Tamarit, que también se marchó de IU, dejó la alcaldía y se fue primero a la Junta de Andalucía con la entonces consejera Rosa Aguilar y luego con ésta a Madrid, al Gobierno de la Nación.

La dimisión de ayer y la postura de José Antonio Arjona, también concejal por IU y contrario a la reprobación del regidor, deja a la coalición de izquierdas con sólo cuatro de sus siete ediles, con los que tenía la mayoría absoluta en el pleno. Por tanto, IU se quedó sin firmas suficientes para presentar la moción de censura, por lo que recurrió a los tres concejales no adscritos (a su vez ex ediles del PSOE) para sacar adelante la reprobación que se votará mañana. Precisamente, este apoyo de los ex socialistas fue criticado por el alcalde como una "bajada de pantalones política" de sus antiguos compañeros, "porque a ver cómo explican que votan con su apoyo después de haber estado años tirándose los trastos a la cabeza".

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