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El año políticamente incorrecto

El que acaba ha sido un año políticamente incorrecto. Por más que los partidos mantienen en sus discursos que su principal ocupación son los ciudadanos y sus problemas en tiempos muy duros, han sido 365 días de sobresaltos políticos, con dos crisis dentro del PSOE andaluz, dos cambios de Gobierno y un PP, henchido por las encuestas que vaticinan un cambio político en Andalucía, empeñado en politizarlo todo y en evitar acuerdos.

el 26 dic 2010 / 20:16 h.

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José Antonio Griñán, José Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Chaves en marzo en el congreso extraordinario del PSOE-A.

En febrero los socialistas están en vísperas de un congreso regional extraordinario que ha precipitado el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, quien ha dejado de entenderse con su mentor, Manuel Chaves, y quiere hacerse con las riendas del partido como secretario general para dar por completada la sucesión y cerrar el capítulo andaluz de quien fue líder durante 20 años.

Pese a las reticencias iniciales de la anterior cúpula del PSOE-A -convencida de que no es momento para líos internos-, Griñán logra convocar el congreso y lo resuelve con éxito. Cosecha un apoyo sin precedentes a su liderazgo, se fabrica una ejecutiva a su medida de la que salen dirigentes históricos como Luis Pizarro y entran jóvenes a los que entrega las riendas del partido.

Inmediatamente después, Griñán precipita una crisis de su Gobierno, elimina dos consejerías y se refuerza políticamente. Aúpa como su portavoz y consejera de la Presidencia a Mar Moreno, que durante mucho tiempo había sonado como la candidata de Zapatero para suceder a Chaves. Griñán demuestra que no teme a que se disparen los rumores situando a Moreno en el foco.

El ruido inicial sobre si está dando a entender que no será candidato en 2012 se apaga pronto. El presidente cumple un año en el cargo tras un periodo políticamente muy intenso. Pero habrá más.

En la primavera, el Gobierno andaluz comienza a ejecutar reformas, se suprimen altos cargos y el presidente ordena por vez primera con claridad eliminar empresas públicas. Además será una etapa clave para los ayuntamientos. El Parlamento da a luz a dos leyes pioneras en España que fijan un nuevo marco político para los alcaldes y dan oxígeno a la complicada financiación municipal. PP e IU las rechazan. No es año para acuerdos.

Mayo es el mes fatídico. Antes de que comience el verano la dura crisis económica que no escampa comienza a complicar el escenario. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, compareció en el Congreso y anunció un paquete de medidas contra el déficit a imagen y semejanza de lo que están pactando todos los mandatarios europeos. Son medidas profundamente impopulares que el Ejecutivo defiende como imprescindibles. Se recorta por vez primera en la democracia el suelo a los funcionarios y se congelan las pensiones.

La Junta de Griñán se suma ese mismo día a la iniciativa. El malestar social que habrá de culminar en una huelga general en septiembre se acrecienta aunque finalmente los sindicatos se quedan muy lejos de lograr parar a España. En Andalucía también el idilio con sindicatos y empresarios se acaba.

En junio, Griñán afrontó su primer debate sobre el Estado de la Comunidad y llevó al Parlamento un concienzudo paquete de medidas para restringir el gasto público. Las autonomías están en el punto de mira y empiezan a surgir voces que las acusan de despilfarrar. La Junta apuesta por recortar la inversión y subir los impuestos a los más ricos y a los que contaminan, en un claro guiño a la izquierda.

La fórmula del PP, que nunca llega a especificar, es la contraria: menos impuestos y más inversión. Javier Arenas inició una campaña contra el Gobierno tras destapar un documento oficial -que el Gobierno rebaja a la categoría de borrador- que propone aminorar el gasto en sanidad o educación. La sombra de recortes sociales mina la credibilidad de los gobiernos socialistas y permite al PP seguir acortando distancias.

Las cajas de ahorros también dan quebraderos de cabeza y la vuelta del verano aguarda más vendavales políticos. Zapatero remodeló su gobierno y fichó a Rosa Aguilar, por lo que provocó otra crisis en el Ejecutivo andaluz.

En octubre, el dos del PSOE-A, Rafael Velasco, dimitió alegando motivos familiares y después de que se pongan en cuestión las subvenciones que recibe la empresa de su mujer. Este revés hace tambalearse al partido de Griñán en un momento de debilidad. El secretario general optó por cerrar pronto la herida y aupó como dos a su secretaria de Organización, Susana Díaz, desoyendo las voces que le aconsejan que fiche a un veterano que enderece el rumbo electoral. Al terminar el año los sondeos dicen que el PSOE-A cae en votos frente al PP.

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