Además de los argumentos esgrimidos por el Tribunal Constitucional y las fuerzas políticas contra el referéndum que pretende realizar el presidente Ibarretxe, el Archivo de Indias ha proporcionado otro al sacar los documentos que identifican a los propietarios de la carga de la fragata Mercedes, hundida a principios del XIX y encontrada por el barco cazatesoros Odyssey. Como se sabe de sobras, la base de la justificación del nacionalismo vasco está en un supuesto sojuzgamiento u opresión de aquel país por esa abstracción llamada España. De ahí que para librarse de él de una vez por todas se llame al pronunciamiento en las urnas.
La parte de aquella carga que no era de la Corona pertenecía a 130 personas, súbditos españoles peninsulares o coloniales que, además de ser comerciantes, tenían un nombre y apellidos; cuando leemos la lista parece que repasamos la alineaciones del Athletic de Bilbao en todas las categorías: Aresmendi, Arredondo, Gárate, Guisasola. Altuzarra, Saursiaga, de la Fuente, Elizalde, Ostolaza, Landázuri y Gainza. Para colmo el maestre del barco, esto es, el árbitro, se llamaba Amurrieta. Unos cincuenta vascos claramente identificados.
Inmediatamente, la pregunta que asalta al perplejo es: ¿eso de la opresión fue antes o después? Porque si era antes, ¿qué clase de oprimidos eran los que tenían una calle en Sevilla (hoy Fernández y González) paralela a la de los Genoveses (la Avenida)? Y si de después, ¿por qué un gaditano llamado Méndez se cambiaba el apellido a Mendizábal para parecer más importante?, ¿cómo pudo ser alcalde de Sevilla un vasco recién llegado llamado Ybarra? La Historia de verdad duerme en las bibliotecas y en los archivos pero, de vez en cuando, despierta y entonces hace trizas los sueños.
Antonio Zoido es escritor e historiador
