El Archivo de Indias, fiel a su política de divulgar sus valiosos fondos, ultima ahora una exposición de documentos que reflejan la sangría económica y de vidas humanas que representó la piratería en la América española.
La muestra será inaugurada a finales de octubre -es probable que acuda la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde- y se mantendrá en cartel durante unos ocho meses, tiempo suficiente como para que propios y extraños sientan la curiosidad de acercarse hasta la vieja Lonja de Mercaderes para zambullirse en la historia de piratas que, a través de la rica documentación del Archivo de Indias, vienen preparando sus comisarias.
En esta ocasión, son las jefas de los departamentos de Referencia y Conservación, Pilar Lázaro y Rafaela González, las responsables de la cuidada selección de documentos probatorios de "la tremenda sangría humana y económica que representó la piratería en la América española", explica la directora del Archivo General de Indias, María Isabel Simó Rodríguez.
"El tema elegido es muy atractivo porque forma parte del imaginario cinematográfico y literario de la gente de a pie. Lo que se pretende es reflejar esa realidad tan dura y nada romántica que fue el asalto permanente a las costas españolas tanto en el Atlántico como en el Pacífico y, sobre todo, en el Caribe", apostilla Simó, quien señala que la piratería comenzó con los franceses para, acto seguido, seguirles ingleses, holandeses...
"Y eso que el oro y la plata, cuando llegaban a España, duraban bien poco aquí, porque inmediatamente era usado para sostener las costosísimas campañas militares en el resto de Europa con las que mantener el imperio español".
En el Archivo de Indias existe una documentación excelente que refleja con todo lujo de detalles las consecuencias de la piratería y la dificultad de la administración española en ultramar para mantener sus posesiones y garantizar la llegada a buen puerto de las flotas que partían rumbo a España.
Entre esos fondos se observa perfectamente la evolución del fenómeno de la piratería, que va desde unas primeras cartas aisladas en que se daba parte de incidentes no demasiado serios, hasta el momento en que los mismos virreyes y cabildos de las recién incorporadas colonias españolas exigen a la desesperada a la Corona medidas de protección suficientes para hacer frente a la tenacidad de piratas y corsarios de diversa procedencia.
Entre esas medidas, las más solicitadas eran la fortificación de las zonas de costa y la utilización de galeones con que escoltar a la flota cargada de oro y plata del Nuevo Mundo. "Ciudades como Portobello y Cartagena fueron literalmente machacadas por los piratas", relata la directora de Indias, quien refiere la curiosidad de que, por causa de la piratería, se explica que hoy en día el tocado a modo de plumero que usaba Moctezuma, y que viajaba rumbo a España junto con un importante cargamento de oro mexicano, ahora se encuentre en un museo de Viena.
Si al saqueo permamente de las colonias se le suma las no menos frecuentes pérdidas de embarcaciones durante la larga travesía de ultramar por causas meteorológicas, se obtendrá una idea más o menos certera de lo mucho que se dejó la Corona española en tamaña empresa de ultramar.
Y de todo ello queda constancia documental en el que es el único archivo del mundo declarado Patrimonio de la Humanidad. "Ningún otro cuenta cómo fue la conquista de un nuevo continente", recalca Simó.
