El crecimiento de los municipios de la Gran Sevilla, y más en concreto los 21 a los que da servicio la estación depuradora de Palomares del Río, tienen al borde del colapso a esta planta. Por ello, Medio Ambiente invertirá 31 millones en su ampliación, que cuando sea realidad la convertirá en la segunda de la provincia.
En lugar de esperar a que se sature por completo la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) del Guadalquivir, como se llama oficialmente, la Consejería de Medio Ambiente, a través de la Agencia Andaluza del Agua, se pondrá manos a la obra para ampliarla. El proyecto, que ya está redactado y pendiente de adjudicación, no estará concluido hasta dentro de tres años aproximadamente. En este sentido, la obra está previsto que se inicie antes del verano, a lo que hay que sumar que el plazo de ejecución de la misma rondará los 30 meses, de ahí que no podrá estar a pleno funcionamiento hasta 2011.
Cuando se puso en funcionamiento esta EDAR, en 1998, nació como una gran instalación para depurar las aguas residuales de una población muy inferior a la que hoy en día presta servicio, que suma más de 240.000 vecinos, especialmente por el boom demográfico de los pueblos del Aljarafe y del entorno de la Vega, que engloban su área de prestación. Este aumento de la población, además de la próxima incorporación al sistema de nuevas urbanizaciones que están surgiendo como setas en todo el área metropolitana, hacen que la infraestructura se vaya a quedar pequeña en poco tiempo, por lo que ya se están tomando medidas.
En concreto, con este proyecto se duplicará su capacidad, lo que también permitirá mejorar el rendimiento de la depuración actual, para dar cumplimiento paralelamente a lo establecido en la legislación de la UE en la materia (directiva 91/271).
La obra se realizará en la misma parcela donde se encuentra ubicada la actual infraestructura, en la carretera Gelves-Coria del Río, en el kilómetro 14,5. La fuerte inversión que se realizará en esta instalación tiene su razón de ser: poder prestar servicio a todo su territorio hasta el horizonte 2025. Es decir, cubrir las necesidades una población de hasta 350.000 habitantes, aunque realmente tendrá una capacidad para dar servicio a 875.000, según apuntaron fuentes de Medio Ambiente. En esta última cifra se incluyen las aguas residuales que generan las diferentes industrias, que están ubicadas en la zona y que también contaminan y mucho más que los ciudadanos por tener una demanda bastante más elevada.
De este modo, la dotación del proyecto es de 300 litros por habitante y día. De esta cifra resulta un caudal medio de diseño de 105.000 metros cúbicos al día. Esto convertirá a esta EDAR en la segunda más importante de la provincia, por detrás de la del Copero, situada entre Dos Hermanas y la capital hispalense y que pertenece a la Empresa Metropolitana de Aguas de Sevilla (Emasesa). Esta EDAR tiene un caudal de 255.000 metros cúbicos al día, ya que está proyectada para dar servicio a una población de hasta 950.000 vecinos.
La reforma se realizará ampliando el número de líneas o unidades existentes, de forma que los procesos de tratamiento serán en su mayoría similares, en cuanto a tecnología, a los ya existentes.
Por su lado, para la línea se agua se realizará, entre otros trabajos, una obra de llegada y se incorporará un tamizado de aguas pluviales, inexistente hoy día. También se instalará un proceso biológico a media carga con aireación mediante difusores y se rediseñarán las distintas áreas de tratamiento para mejorar su rendimiento, aumentando la eficacia de la eliminación de nutrientes.
Por otro lado, en la línea de fangos, las obras que se prevén incluyen un espesamiento de los mismos, "es decir mediante un sistema de digestión anaerobia, con almacenamiento de biogás y eliminación en antorcha, deshidratación mecánica y almacenamiento y evacuación", tal y como se explica técnicamente en el complicado proyecto.
Todas estas mejoras y otras que se incluyen en la ampliación tratan de seguir manteniendo las calidades exigidas a los efluentes de la EDAR, según la legislación vigente, que entre otras cuestiones exige que la sequedad mínima de los lodos deshidratados sea del 20% y el contenido máximo de material volátil de los mismos se sitúe en el 60%.