Economía

El arrebato de las fusiones

Al margen del paro y la recesión, el 2009 andaluz ha sido financiero

el 25 dic 2009 / 20:13 h.

Antonio Pulido, Antonio María Claret García, Braulio Medel, Santiago Gómez Sierra y José Antonio Arcos Moya.

El 14 de febrero pasado El Correo de Andalucía confirmaba la existencia de negociaciones para la eventual alianza o fusión entre Unicaja y Caja Castilla-La Mancha (CCM). La operación, un rescate de la segunda por parte de la primera, iba a inaugurar el proceso de reestructuración al que urgía el Banco de España y a estrenar las uniones entre cajas de ahorros de distintas comunidades autónomas. Se desataba, así, un arrebato, una fiebre de las fusiones.

Pero la absorción de CCM, que gozaba de la bendición de los gobiernos andaluz y castellano-manchego, fracasó, pues el agujero de aquélla hizo que la malagueña pidiera un dinero al Fondo de Garantía de Depósitos (alrededor de 3.000 millones de euros) que el supervisor no aceptó. Al final, éste intervino la entidad conquense, como 16 años antes lo hiciera con Banesto.

Estábamos a finales de marzo y entonces de nuevo se despertó la vieja aspiración de la Junta de Andalucía de gestar una gran caja –ya no única– regional anexionando Cajasol y Unicaja. Sin embargo, esta vez los derroteros no iban por ahí. Había otra entidad que necesitaba del urgente auxilio, Cajasur, y, además, la rivalidad entre Sevilla y Málaga –que los políticos alientan– dificultaban aquel matrimonio.

Tres hechos anteriores al coqueteo entre las cajas malagueña y cordobesa ocurrieron y dejaron en evidencia la ausencia de estrategia andaluza por parte de las entidades financieras con sede social en la comunidad, además de precipitar las fusiones.

El primero fue el escándalo del autocrédito multimillonario (de 327 millones de euros) que se otorgaron los hermanos Jesús y Jaime Salazar con cargo a las cuentas de SOS, grupo alimentario del que Unicaja, Cajasur, Cajasol y Caja Granada son los principales accionistas.

Unas dijeron sí al préstamo y otras no asistieron a la reunión del consejo de administración que lo aprobó y el resultado de tal decisión reportó una crisis financiera a la mayor aceitera del mundo de la que aún no se ha recuperado. Esa operación, por lo demás, reveló que las entidades no tenían una visión empresarial conjunta. “Cada una está en su chiringuito”, señaló Martín Soler, consejero andaluz de Innovación, quien manifestaba el malestar que había en el Ejecutivo regional.

El segundo antecedente fue el intento de Cajasur de tantear fusiones con cajas de fuera de la comunidad, entre ellas las fundadas también por la Iglesia, como la aragonesa Caja Inmaculada, y en especial con Caja Murcia. De hecho, con esta última las negociaciones estaban muy avanzadas. Pero la Junta de Andalucía, con José Antonio Griñán ya a la cabeza, reaccionó pronto y advirtió a la cordobesa de que no aceptaría esa opción, por cuanto hubiera supuesto perder su tutela, al tiempo que la conminaron a encontrar pareja dentro de las fronteras autonómicas.

El tercer y último episodio vendría de la mano de Caja Granada. Sus directivos hacían frente al runrún de las fusiones y de la reaparecida idea de la gran caja proclamando, una vez más, la independencia de esa entidad y su deseo de seguir caminando sola. Esta polémica ardió cuando Carmen Martínez Aguayo, la consejera de Economía, puso en cuestión la vigencia del Pacto del Saray, suscrito siete años atrás por fuerzas políticas, sindicales y empresariales granadinas en defensa de su caja.

Después de descartarse la operación entre Unicaja y Cajasol, esta última inició una serie de contactos con entidades foráneas, y se abría paso la teoría de la Ruta de la Plata, que colocaba a la entidad sevillana en el epicentro de un grupo que integraría las cajas extremeñas (Extremadura y Badajoz) y Caja de Guadalajara.

Pero la sorpresa la dio Caja de Jaén el 13 de julio, mes que, por otra parte, marca un antes y un después para la historia de las finanzas regionales. En efecto, la más pequeñita de las cajas andaluzas, la jiennense, demostraba que era la menos provinciana al anunciar su fusión con Unicaja pues, decía, la integración era el futuro. Todo un ejemplo.

Apenas había transcurrido una semana cuando el agobio financiero de Cajasur –que en primavera había presentado un plan de negocio al Banco de España para reforzar su solvencia, puesta en duda tras la rebaja de la calificación de sus emisiones por parte de la agencia internacional Fitch a la categoría de bono basura, la misma que asignó a CCM poco antes de ser intervenida– y la presión del supervisor hicieron que, por fin, cuajara un preacuerdo para la unión con Unicaja. El escenario, el restaurante Oriza de Sevilla.

Costó su trabajo y polémica, ante las reticencias de la Iglesia, fundadora de Cajasur (Cabildo Catedral de Córdoba) a entregar su obra sin contrapartidas. Y las obtuvo, hasta el punto de que hubo que reformar la Ley de Cajas para ampliar el consejo de administración de la entidad resultante –en principio se llamará Unicajasur– y dar cabida, así, a la representación de los canónigos. Sin embargo, tal cambio trajo consigo que éstos perdieran una parte de sus privilegios, con el lógico enfado de los curas.

No en vano, tres grandes enfrentamientos ha habido en el proceso de negociación hasta que a finales de noviembre el Banco de España lanzó un ultimátum a Cajasur: o te fusionas o te intervengo ante tu delicada situación financiera. Y surtió efecto. Todo encarrilado y la operación será aprobada en las próximas semanas en sus consejos de administración y antes de junio en las asambleas, mientras que la unión con Caja de Jaén estará operativa a efectos contables desde el día 1 de enero.

Queda Cajasol. El acuerdo para la fusión fría (grupo donde consolidan cuentas y se asisten mutuamente) se cerrará con Caja de Guadalajara a primeros de enero próximo, y es probable un acercamiento en el primer cuatrimestre con Caja de Extremadura. Y hay más. Mira también hacia Caja Granada, que rechaza pareja pero no alianzas.

AGROINDUSTRIA

Escándalo en SOS y pujanza en Migasa
La agroindustria de 2009 ha estado marcada por la crisis del grupo SOS. El polémico y multimillonario autocrédito que se concedieron los hermanos Salazar ha llevado a la primera envasadora internacional de aceite de oliva a una difícil situación financiera y a la necesidad de poner en venta todos sus negocios no aceiteros. A los Salazar se les echó y la mayoría de su paquete accionarial se lo quedó la banca acreedora. Las cajas andaluzas, los principales accionistas pero que no estuvieron al quite, consintieron sumisas que Caja Madrid impusiera al nuevo presidente ejecutivo, Mariano Pérez Claver, mientras que José Manuel Muriel (ex presidente de Santana) asumía el puesto de consejero delegado. 2010 será su año de desinversiones y alianzas. Por lo demás, dentro de la agroindustria el mayorista de aceites Miguel Gallego (Migasa) tomó la mitad de Ybarra, Ebro Puleva consumó la venta de su división azucarera y Hojiblanca sigue agregando cooperativas y reforzando su cuota en el negocio del aceite.

AGRICULTURA

De negarse la crisis a sector estratégico
En 2008 el campo andaluz se estaba librando de la crisis económica e, incluso, absorbiendo trabajadores que habían perdido sus empleos en otros sectores, principalmente en la construcción. En cambio, a lo largo de 2009 la agricultura ha soportado una crisis de precios en la mayoría de los cultivos y en algunas ganaderías, con especial virulencia en el cerdo ibérico, el aceite de oliva, la aceituna de mesa y las hortalizas. Frente a unas administraciones, central y autonómica, que negaban la existencia de una crisis en el agro, los agricultores sacaron sus protestas a la calle ya en primavera, y en concreto Asaja las llevó ante las mismas puertas de la Casa Rosa, sede provisional de la Presidencia de la Junta de Andalucía, primero con Martín Soler como consejero del ramo, después con Clara Aguilera. Las movilizaciones fueron in crescendo y forzaron un pronunciamiento oficial del presidente andaluz, José Antonio Griñán, en defensa del campo como sector estratégico para la economía andaluza.

INDUSTRIA

Otra vez Astilleros y la presión ambiental
Después de la privatización de Astilleros de Sevilla llegaron dos años de sosiego que 2009 truncó. Los problemas financieros de la matriz, Astilleros de Huelva, precipitaron una nueva crisis que ha necesitado la mediación de la Consejería de Innovación para orquestar un plan de futuro que prescindirá de los actuales dueños. Ha sido, además, un año de expedientes de regulación de empleo en numerosas industrias no sólo por la crisis económica, sino también por la cuestión medioambiental. No en vano, ha sido el Polo Químico de Huelva el más afectado, y ahí queda el caso de las balsas de fosfoyesos de Fertiberia. En este sentido, la Junta de Andalucía está diseñando y ejecutando planes para reducir el impacto del Polo, si bien sobre la base de que la actividad industrial ha de mantenerse por su contribución a la economía y el empleo. También en el campo industrial, por fin Cobre Las Cruces comenzó a explotar su yacimiento minero y Santana buscó comprador, pero por ahora sin suerte.

MACROECONOMÍA

En recesión y casi un millón de parados
Al igual que la economía nacional, la andaluza ha estado durante todo 2009 en recesión. El último dato de la Contabilidad Regional disponible es el del tercer trimestre y habla para la comunidad de una caída de su PIB del 3,1% en tasa interanual, siendo el sector primario el único que se libró de los números rojos. Lo peor, el revés del consumo y de las inversiones empresariales. En lo que respecta al desempleo, la Encuesta de Población Activa correspondiente también al tercer trimestre reveló para Andalucía casi un millón de parados –994.400, frente a los 704.600 que había justo un año antes–. La economía andaluza comenzó a destruir empleo, pues además de incrementarse el paro, el mercado laboral tampoco fue capaz de absorber el aumento de la población activa (en edad y disposición para trabajar). Mientras, el número de parados registrados en el Servicio Andaluz de Empleo en noviembre pasado alcanzó los 848.607. Sólo bajó en la agricultura y la construcción fue el sector donde más subió.

  • 1