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El artista Vicente Bernal enamora a Ecuador

El artista señala que lo mejor ha sido la hospitalidad de la gente y lo peor, la insuficiencia respiratoria por la altitud del lugar.

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15384500 Para cantar un fandango de Farina mientras la música entona por rumbas hay que ser Vicente Bernal. Para tocar la guitarra bien y cantar mejor, acompañado de una suerte de baile por saltos, hay que ser Vicente Bernal. Y para cantar en la plaza de toros de Quito mientras torea Padilla, no hay más remedio que ser Vicente Bernal. Este joven de Villamanrique, diplomado en Magisterio Musical, lleva 14 años en la música, con sus grupos Aromas del Camino, primero, y D’Aroma después, y desde hace un año y medio como solista. Durante diez días ha estado actuando junto a Amparo Lagares y el percusionista El Manta y la bailaora La Peseta, de Pilas, en la capital de Ecuador. “En medio de las faenas, el presidente hacía una señal y se empezaba a cantar”, relata el artista para el que lo mejor ha sido “la hospitalidad de la gente” y lo peor “la insuficiencia respiratoria por la altitud” que dificultaba la tarea. En el cartel de los festejos, toreros como El Fandi, Javier Conde, El Juli y Antonio Nazaret entre otros. Luego, en los hoteles y restaurantes más señalados de Quito, “se formaba el taco” para el público general. Ya está viendo la posibilidad de repetir en México en la feria taurina de febrero. Aunque lo suyo es el “cante jondo” pronto comenzó a destacar por meter una percusión a sus sevillanas, rumbas y bulerías que no eran vistas hasta el momento. Así, las guitarras eléctricas, los bajos y baterías se fueron incorporando a un repertorio en el que, siempre con tintes flamencos, se versionan temas de pop, rock y hasta por reggae. Comenzó así a “marcar un estilo” que ahora imitan muchos grupos de música “del Aljarafe” y del resto de la provincia. Su movimiento especial, que “solo sale con la guitarra colgada”, también se puede atisbar en otras formaciones. Reconoce gustarle más “el cante que el toque”, pero no concibe uno sin el otro ya que son para él “como un pantalón sin camisa”, por eso él mismo es su mejor acompañamiento. Y es que a Vicente Bernal le sobra carisma y gusto por eso se miran en él los que buscan también su hueco. Tanto es así, que puede convertir en diamante la mejor de las joyas, como el Contigo de Sabina que llega a doler en el quejío de su garganta. Un espectáculo y una delicia que pisa con regularidad los escenarios de la sala Flamenco o La Madrugá, en Sevilla, Bambino en Granada, Real Lion y Teatre en Huelva, Peña Albolafia en Córdoba o El Relente en Málaga. Fuera de Andalucía se le puede ver en Gran Vía 23, en Valencia. ¡Ah! Y por supuesto en el Bar Tomás, en la plaza de su pueblo, muy conocido por los rocieros que pasan por Villamanrique. Es el negocio de su familia. Además de cantar con su banda, compuesta por el teclista Ismael Carmona, el batería Óscar Linares y su “inseparable” Sebi, de Benacazón, ha sido corista de artistas como Pepe el Marismeño o Vanesa Martín. Con Manuel Lombo ha recorrido España durante 8 años y participado en el espectáculo de éste y en otro de José Manuel Soto. También le pega a la saeta, y eso sí que es un espectáculo. Como proyecto para el 2014 tiene la edición de su primer disco, compuesto por temas originales suyos y de otros autores. Otro reto pendiente es actuar en la Ciudad Condal, la única que se le resiste. Entre tanto, aunque asegura sentirse “más que satisfecho con la llamada del público”, Vicente sigue esperando su momento, “claro”, para “triunfar en la música”. Cosa que no podrá ser de otra forma porque el arte de verdad, el que se trae de cuna, no tiene otro camino.

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