Cinco meses después del esperado pacto entre Junta, Ayuntamiento y Arzobispado, este último -que es el titular y responsable directo del templo- ha licitado la primera fase de rehabilitación. La mesa de contratación se reunirá en un mes para analizar las ofertas. La maquinaria para que lleguen los albañiles a la calle Alhóndiga está en marcha.
El pasado 4 de mayo, los responsables de Patrimonio del Arzobispado lanzaron cinco cartas a otras tantas empresas de solvencia acreditada en el mundo de las rehabilitaciones al objeto de invitarlas a presentar sus ofertas con vistas a acometer la primera fase de rehabilitación de la iglesia de Santa Catalina, una joya del mudéjar y el barroco cerrada a cal y canto desde el 29 de mayo de 2004 -ya han pasado cinco años- al no ofrecer unas mínimas garantías de estabilidad.
La licitación por parte del Arzobispado fue acordada con las otras dos administraciones implicadas por ahora en el rescate del templo -aún se confía en que el Ministerio de Cultura pueda sumarse, si no ahora, más adelante-, de modo que durante esta primera fase, que comprende básicamente la rehabilitación de las gastadas cubiertas del inmueble aprovechando al máximo lo que se pueda, será la Iglesia la que afronte la burocracia del proceso. Mientras, Consejería de Cultura y Gerencia Municipal de Urbanismo afrontarán la financiación de la operación, cifrada en 1,1 millones de euros.
Se trataba, dejando la licitación en manos eclesiásticas, de lograr mayor celeridad en la tramitación de las obras -puede convocar, como ha hecho, un concurso cerrado-, y aunque el proceso podría haber sido más ágil -ha habido ciertas desaplicaciones entre Iglesia y Cultura que han dilatado el asunto, cuando todas las partes confiaban en poder iniciar las obras para esta primavera-, lo que ahora realmente importa es que la intervención está, ahora sí, en marcha.
reunión a la vista. En el plazo de un mes, según confirman fuentes del Arzobispado, se espera contar con las ofertas de las empresas. Será entonces cuando se reúna la mesa de contratación, órgano con representación de las tres instuticiones, además del arquitecto de la obra, Francisco Granero. La decisión será por consenso y supondrá el pistoletazo de salida para los trabajos. No obstante, en el Arzobispado prefieren ser cautos y no dar ninguna fecha sobre cuándo podrán verse a los albañiles sobre los tejados mudéjares de la calle Alhóndiga.
El 11 de diciembre de 2008, el cardenal, el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, y el alcalde suscribieron un convenio de colaboración para salvar Santa Catalina. Urbanismo transfirió a la Iglesia su parte (705.000 euros) en febrero, pero Cultura tuvo problemas burocráticos para hacer lo propio con la suya, de 403.650 euros. El Arzobispado se agarró a esta eventualidad para frenar la licitación de la obra, lo que crispó el ambiente dando lugar a un cruce de declaraciones públicas que amenazaron con dejar la rehabilitación en punto muerto. Finalmente, el 26 de marzo pasado -tal como se había comprometido la Junta- se le transfería a la Iglesia la parte que restaba, y algo antes, el 16 de marzo, tanto Urbanismo como Cultura habían dado el visto bueno al pliego de condiciones redactado por el Arzobispado para la obra. Superados todos los escollos, sólo resta decidir la empresa y contratarla. La cuenta atrás ha comenzado.
Operación Santa Catalina
1,1 millones para arrancar. La primera fase incluye resanar cuanto se pueda de las viejas cubiertas (vigas de madera y tejas en esencia) y reforzar aquellas partes irrecuperables. Será una operación delicada por la situación del templo que abordarán económicamente Urbanismo (con 705.000 euros) y la Consejería de Cultura (con 403.650). La Iglesia se encarga del papeleo y la contratación de la obra.
El arquitecto. Francisco Granero lleva desde 2004 auscultando periódicamente el edificio. Impresiona ver el estudio tan detallado que tiene sobre las patologías de las cubiertas, lleno de colores identificando problemas y soluciones. En reiteradas ocasiones ha pedido que una vez que se comiencen los trabajos, no se produzcan más parones. De lo contrario, el edificio lo acusaría. Son bastantes sus problemas.
Segunda fase. Según lo estipulado en el convenio de diciembre de 2008, la Iglesia sí se sumará económicamente a la operación en una segunda y definitiva fase de obras, que atajará los problemas de estabilidad del suelo y sus filtraciones internas de agua. Se requerirán excavaciones que podrían arrojar datos claves sobre el pasado de Sevilla.
uLa ansiada reapertura. Si no hubiese parones, igual 2012 podría ser el año del reestreno. Habrá que resolver quién restaura los bienes muebles (retablos, tablas...).