El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, advirtió de que "la fe no puede ser convertida en un factor político" y apostó por "la distinción y la autonomía recíproca entre el Estado y la Iglesia", de forma que se diferencie "lo que es del César y lo que es de Dios".
En la homilía de respuesta al oferente en la Ofrenda al Apóstol, monseñor Julián Barrio advirtió contra "el riesgo" de pretender "asegurar la fe a través de los poderes de este mundo" y aseguró que para que los hombres puedan disfrutar de sus derechos "no es necesario renunciar a Dios".
El arzobispo de Santiago se refirió también a la necesidad de "impulsar a promover el bien y curar tantas llagas abiertas" en el entorno social "como la carencia de lo necesario que afecta a muchas personas en una sociedad opulenta".
En su intervención, que comenzó en castellano y concluyó en gallego, denunció la "realidad trágica" que "están padeciendo tantos emigrantes" y el terrorismo, que definió como "un acto intrínsecamente perverso y nunca justificable".
Otras situaciones criticadas por Julián Barrio fueron la violencia machista "que atormenta a tantas madres y niños", los efectos de la droga "que destruyen a una persona", la condición de los ancianos "que se sienten olvidados" y "la desesperanza de tantos jóvenes" que se afanan en buscar paraísos perdidos y realidades que son "consecuencia de la falta de reconocimiento de la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios".