Anders Behring Breivik, el presunto asesino.Poco a poco se van conociendo más detalles del doble atentado
que sufrió el viernes Noruega. La cifra de muertos ronda ya el centenar, según la Policía del país, que confirmó que el número de fallecidos en el tiroteo perpetrado en la isla de Utoya se eleva a 86 personas, mientras que la cifra de muertos por la explosión de un coche-bomba en el centro de Oslo , junto a la oficina del primer ministro y del Ministerio del Petróleo, se mantiene en siete, aunque no se descarta que aumente el número de víctimas mortales por los dos ataques. El presunto responsable de la matanza en Utoya
, Anders Beivik, un noruego de 32 años, fundamentalista cristiano y de extrema derecha, se identificó en varias ocasiones como policía ante los jóvenes laboristas, desconcertados por los primeros disparos, para agruparles y abrir fuego contra ellos con más facilidad. "Tranquilos, ya podéis salir, estáis salvados, soy policía", gritó Breivik a uno de los presentes, Thorbjorn Vereide, quien describió ayer la cadena de acontecimientos al diario VG. "Estábamos 30 o 40 personas reunidas cuando comenzó a disparar. Cuando terminó con nosotros, sólo quedábamos cinco o seis". Vereide, de 22 años, declaró que Breivik, que llegó al lugar disfrazado de agente, actuó con frialdad en todo momento, rematando metódicamente a sus víctimas en el suelo con un disparo de gracia. "Parecía que no le importaba lo más mínimo", indicó. Breivik escribió el pasado domingo en su cuenta de Twitter que "una persona con una creencia equivale a 100.000 personas que sólo tienen intereses".
La Policía noruega señaló ayer que Breivik está colaborando. "El atacante ha confesado que se encontraba en la isla, que tenía acceso a armas y que había abierto fuego", declaró el jefe policial en funciones, Sveinung Sponheim, quien precisó que el tiroteo se prolongó durante una hora y media y "todavía hay entre cuatro y cinco desaparecidos".
Sobre la autoría de los crímenes, el portavoz indicó que la investigación no descarta que Breivik hubiera actuado acompañado y que hubiese explosivos en la isla, pero no pudo "confirmar su afiliación a ningún grupo de ultraderecha".
Respecto al arresto de Breivik, el portavoz policial explicó que el sospecho "se rindió inmediatamente ante las fuerzas especiales, nada más ser rodeado". Se desconoce cómo consiguió el uniforme, y el portavoz declinó dar datos sobre el arma o armas que habría empleado para perpetrar la masacre.
Aunque la Policía no quiso desvelar muchos datos sobre los dos ataques, ayer se supo que Breivik compró en mayo seis toneladas de fertilizante, que pueden ser utilizados para fabricar explosivos, a una cadena de suministro agrícola, según confirmó la propia compañía.
Además, ayer la Policía detuvo a un hombre armado con un cuchillo en el exterior del hotel Sundvollen, donde el primer ministro, Jens Stoltenberg
, estaba visitando a las víctimas del tiroteo de Utoya, según informó la cadena de televisión NRK. El individuo aseguró a la prensa que llevaba el cuchillo porque no se siente seguro. Duante esta visita, Stoltenberg afirmó que el tiroteo en Utoya es "una tragedia nacional", al tiempo que consideró que el campamento de verano que se celebraba allí ha pasado de ser "un paraíso" a "un infierno".
Blindado. Aunque ayer Oslo estaba recuperando poco a poco la normalidad, "la zona cero, donde estalló la bomba, está llena de policías y de militares", según describió Juan José Roldán critico de música de El Correo, que se encuentra de vacaciones en Noruega. Roldán indicó que a pesar de que no se puede acceder a la zona del atentado sí se puede ver que la bomba causó numerosos desperfectos: "La calle está llena de cascotes y de cristales rotos". Asimismo, relaró que el resto de la ciudad "está muy tranquila".