Como sucede con algunas personas que parecen tener un destino predeterminado por los hados, como dirían los clásicos, hay también instituciones, cuyos avatares vitales vienen condicionados por una serie de circunstancias concurrentes en su origen y posterior evolución.
Desde su fundación, aún en plena dictadura franquista, la Agrupación Socialista de Sevilla vio marcada su trayectoria por la presencia de líderes como Felipe González, Alfonso Guerra, Luis Yáñez, Rafael Escuredo y Pepe Rodríguez de la Borbolla; y cuando los dos primeros se marcharon a Madrid, al asumir responsabilidades en la dirección federal del partido, la división y el enfrentamiento interno han sido una constante en la historia del socialismo sevillano. Guerristas, escuredistas, borbollistas, caballistas? han protagonizado en distintos momentos estas diferencias internas, pero con responsabilidad y pragmatismo las circunscribían al ámbito orgánico, sin trascendencia ni influencia en las instituciones gestionadas, como Diputación y Ayuntamiento.
Esta circunstancia explica el reiterado éxito electoral de los socialistas sevillanos, renovado consulta tras consulta.
Ahora se ha planteado una situación de mayor complejidad, que afecta al gobierno municipal de Sevilla y que exige una rápida solución que evite el permanente cuestionamiento del Alcalde y ponga fin a la crisis del Ayuntamiento, agravada esta semana con la dimisión del concejal de IU, Francisco Manuel Silva.
Los socialistas sevillanos deberían tener muy presente lo sucedido en otras capitales andaluzas, como Cádiz, Huelva y Málaga, donde su hegemonía era indiscutida y reiterada, hasta que sus propios errores propiciaron el acceso de la derecha al poder municipal en esas capitales, poder que los populares han sabido consolidar de tal forma que hoy por hoy parece imposible un cambio de situación. Ya en las elecciones del 2.007 recibieron un aviso claro, al obtener el PP mayor número de votos y sus lideres regionales y locales están empeñados en "recuperar" Sevilla por su simbolismo como capital del Andalucía y como paso previo y facilitador de una victoria en la próximas elecciones autonómicas.
Los socialistas deben superar sus divisiones internas con la adopción de las medidas que ellos estimen precisas, por traumáticas que sean, al mismo tiempo que se impone una clarificación de las relaciones con el socio de gobierno que evite situaciones dudosas o confusas sobre iniciativas y responsabilidades.
En primer lugar, IU debe aclarar todo lo relacionado con la dimisión de Silva, sus causas y antecedentes y no recurrir a la descalificación de los adversarios políticos, conducta impropia de un político tan experto como Antonio Rodrigo Torrijos.
Vista desde fuera la Corporación sevillana, transmite una imagen de incomunicación y falta de diálogo entre sus integrantes, que agrava la situación e imposibilita conductas de respeto y conciliación, sobre todo en las manifestaciones públicas de sus responsables.
Antonio Ojeda Escobar es notario