Local

El bálsamo de Blázquez

Este país sufre, sobre todo por las mañanas. Atosigado por tanta mala noticia, la crispación, la conspiración, por la fecha finisecular de ayer, surge de pronto la alegría civil de una buena noticia.

el 14 sep 2009 / 20:26 h.

Este país sufre, sobre todo por las mañanas. Atosigado por tanta mala noticia, la crispación, la conspiración, por la fecha finisecular de ayer, surge de pronto la alegría civil de una buena noticia. Civil porque me siento reconfortado cívicamente; muchos católicos de corazón, azorados por su Iglesia, añadían a su satisfacción cívica, el gozo como creyentes. Blázquez, obispo de Bilbao, ha hecho lo que predica: pedir perdón. Además, ha reivindicado el valor de la memoria de cada uno como bálsamo para una sociedad que necesita perdonarse mutuamente muchas cosas. Confieso, verbo muy adecuado, que me cae simpático -Rouco no- aunque no siempre estoy de acuerdo con él; también Setién, con el que no concuerdo casi nunca, y Tarancón, al que unía simpatía y acuerdo. Bien nos ha venido a todos sus palabras en un momento en el que se afianza el discurso de los mediocres y descerebrados.

Hablará bien la prensa, creo, del valor de este prelado. No hay persecución mediática como aseguró otro prelado, desafortunado, sentando en el banquillo por otro ministro de su propia Iglesia, como tampoco está amenazada la libertad religiosa. Como tampoco lo está la libertad de expresión porque dos periodistas se sienten en el banquillo para que un juez dilucide si tal valor democrático puede convivir con la libertad de difamación porque la de conspiración no es ilegal. Como tampoco hay amenaza fascista ni frentepopulista porque unos pocos miles de gamberros aprovechen la libertad para provocar a meapilas e integristas de todo cuño. Hay quien quiere ponernos malitos todo el santo día, por eso, que bien sienta que alguien abra la botica de vez en cuando.

Javier Aroca es licenciado en Derecho y Antropología

  • 1