Local

El barrio de San Julián suma y sigue

el 15 sep 2009 / 01:51 h.

TAGS:

"El año que viene ya será nazareno". Los grandes ojos de José Antonio buscan extrañados la mirada de su entusiasmada mamá. Tendrá dos años cuando debute con el antifaz azul aunque sólo sea por un ratito. Es un próximo hermano de esta Hiniesta que no hace más que acumular renovadas devociones.

En la Iglesia de San Julián, durante los momentos previos a la salida se da cabida a todo el mundo. El templo no es grande, y los hermanos rozan los 1.700, pero por arte de magia, allí dentro todos parecen hacerse un hueco. Está el cortejo, pero también sus familiares y hasta quien, como José Antonio, ni siquiera sabe muy bien qué hace allí tanta gente reunida con lo agusto que se está en la cuna.

"Para ser de esta hermandad no hace falta tener una vinculación familiar", dice Elena, una chica de 20 años que ayer debutó acompañando a su Cristo de la Buena Muerte. El padre es trinitario, pero ella, ¡ay!, de La Hiniesta.

Quedan sólo diez minutos para que se abra la puerta, y el ruido del gentío que se agolpa en el exterior emociona y casi enmudece a Eduardo Castro, preparado para alzar la cruz de guía. "La llevó mi padre muchos años, esta es mi octava estación y abrir la calle e iluminar las caras con la cruz de la Hiniesta es el orgullo más grande que existe... ¡no me cambio por ningún otro puesto de la cofradía!", dice mientras sus ojos, enjugados en lágrimas, buscan el abrazo de la Hiniesta Dolorosa, como a él le gusta llamarla.

"Aquí habrá que estar un buen rato porque esta trae muchos nazarenos", puntúa con acento andaluz un espontáneo a un par de alemanas que, para no entender nada, supieron situarse muy cerquita del arco de ojiva que tienen que sortear los dos pasos de la hermandad.

Cuando los ciriales del Cristo comienzan a salir, en San Cayetano, las religiosas de la Caridad rebosan las ventanas y miran como quien nunca ha visto en su puerta el milagro de un nuevo Domingo de Ramos. Los hermanos Ariza se reparten, por segundo año, las labores de capataz. Con las rodillas del Señor de la Buena Muerte enterradas en los claveles rojos, los costaleros, con destreza y celeridad, sortean el escollo de la salida. Suena ahora su marcha, Cristo de San Julián, y después, con la primera arriada del paso, la primera saeta.

A la Virgen de la Hiniesta, patrona del Ayuntamiento -precedida ayer por el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín- luego le cantaron otra y tras los acordes de Estrella Sublime, el palio, que ya salió con toda su candelería encendida, se fue buscando la Puerta de Córdoba levantando aplausos y emborronando miradas emocionadas con su propia marcha y con cadencia, para que se disfrute más.

"El año que viene, papá, quiero salir de nazarena", dice una niña mientras la bulla cobra vida: La Hiniesta de Castillo Lastrucci sigue sumando devociones en San Julián.

  • 1