Las puertas del que para muchos fue "el paraíso" durante dos intensas horas no se abrieron hasta las ocho de la tarde, pero eso pareció importarle poco al ejército de barrieros que desde bien temprano se atrincheraba ayer en los alrededores del Pabellón San Pablo de Sevilla. Claro que, esta vez no madrugaron para estudiar o trabajar sino para no perderse una y empaparse desde primera hora del ambiente, además de coger el mejor sitio posible para pasar la noche del viernes al ritmo de El Barrio, aprovechando la visita del cantante a Sevilla dentro de la gira con su último disco, Duermevela.
La cola daba la vuelta al polideportivo desde por la mañana y era tan interminable como las horas se les hacían a los más impacientes: "Yo llevo aquí desde las tres pero mis amigos se vinieron a las once y media. Estábamos deseando que empezara porque nos encantan sus letras por todo lo que transmiten", contaba Isabel María González, que se desplazó a la capital desde Huévar del Aljarafe.
Tampoco se perdió el espectáculo una vecina de Brenes, Encarni García, que escucha al cantante desde sus principios. Guadalupe Hernández quiso asistir para "comprobar que tiene un directo increíble", mientras que a Esperanza García, que se puso en la cola a las cuatro y sigue al artista por influencia de su hermano, le gusta que los temas hablen de la realidad con un toque flamenquito.
Pero la hora llegó, José Luis Figuereo se subió al escenario y la larga espera pronto quedó en el olvido. Sólo hizo falta que sonara Requiem por una Magdalena, tema que abrió un concierto que reunió a unas 10.000 personas -y otras tantas en el concierto de hoy- en un recinto al completo.
Entre vuelta y vuelta, gritos, palmas haciendo compás y más de un bailoteo arriba y abajo del escenario, Selu, que también se arrancó por bulerías en los instantes más flamencos de la noche, intercaló las canciones de su nuevo trabajo con anteriores éxitos, interpretando Amor de Géminis, Voz de mi silencio o un tema sobre la homosexualidad, entre otros.
Se los sabían todos -jóvenes, niños y hasta embarazadas- y sus gargantas parecían inmunes a la ronquera. Más aún en el momento clímax para quienes levantaron sus sombreros negros -casi tantos como cabezas- al compás de ¡Somos los barrieros!, himno con el que el artista conecta especialmente con su público.
Y es que, los fans quieren ver sobre las tablas ese sello cien por cien El Barrio y Selu se lo da para recompensar el sacrificio de la espera y la fidelidad de los que le siguen allá donde vaya. Sabe que se vuelcan con él y, precisamente por eso, este gaditano del barrio de Santa María se quitó el sombrero con Sevilla. Ese sombrero del que no se separa y que pone una nota más de identidad a su particular fusión de flamenco y rock. Y es que el grupo anunció además que la gira acabará precisamente en la capital andaluza, el próximo mes de noviembre.
Tras su paso por Córdoba y Granada, El Barrio encandiló anoche en Sevilla a quienes acudieron a la fiesta barriera con mucho ritmo, más ganas y una sonrisa en la cara. Los relojes que decoran el atrezo de su gira no paran y al señor del tiempo -idea con la que juega en esta propuesta musical- le esperan ahora nuevas citas en Valencia (12 de marzo), Zaragoza (día 13) o Pamplona (19 de marzo).
