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El Barroco sevillano, objeto de deseo

Sevilla prepara la salida de las diez obras solicitadas por Londres y Washington reclamadas por las National Gallerys de cada una de estas ciudades.

el 22 sep 2009 / 16:41 h.

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Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Interior.

 Se crearon para impresionar a los sentidos y conmover el alma, como recogieron los primeros tratados sobre el Barroco en España. Cuatro siglos después, las mejores piezas son reclamadas por las National Gallerys de Londres y Washington, dispuestas a marcar un hito en la revaluación del arte religioso de nuestro siglo de Oro con una exposición de relevancia mundial. La comitiva que partirá de Sevilla está compuesta por diez "obras maestras".

No dudan en calificarlas así todos los especialistas y voces autorizadas en Barroco español que han intervenido en la organización de la exposición The sacred made real (Lo sagrado hecho real), que se inaugurará en la National Gallery de Londres el próximo 21 de octubre dispuesta a convertirse en la cita cultural del otoño en Europa, justo antes de que viaje a la capital norteamericana para exhibir por primera vez un "magnífico" conjunto de 16 piezas, "pinturas entre las que se cuentan obras maestras de Diego Velázquez y Zurbarán que se exponen junto a extraordinarias tallas policromadas españolas".

Así lo resume el ideólogo y comisario de la exposición, Xavier Bray, que hará historia con la divulgación en los dos focos artísticos más importantes del globo de la imaginería sevillana, mucho menos conocida fuera de nuestras fronteras que las obras pictóricas. "Si bien los cuadros de Velázquez y Zurbarán son conocidos, las esculturas policromadas que surgieron también en la España del siglo XVII jamás han sido objeto de una gran exposición", añade Bray.

A este respecto, la ciudad del Guadalquivir, capital de la imaginería barroca, juega un papel fundamental en Lo sagrado hecho real, en la que Sevilla participa con el préstamo de diez obras capitales, la mayoría de las cuales no han salido nunca de los lugares para donde fueron creadas. Serán en concreto dos pinturas y ocho piezas escultóricas, procedentes de instituciones como el Museo de Bellas Artes, la iglesia del Salvador, la Universidad de Sevilla (iglesia de la Anunciación), la Catedral, la iglesia conventual del Santo Ángel y la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación en la localidad de El Pedroso, que custodia una original Inmaculada de Martínez Montañés fechada entre 1606 y 1608.

"Prestamos tres obras maestras, cruciales de este periodo y de la producción de sus autores". Así de rotundo se muestra el director del Museo de Bellas Artes de Sevilla, Antonio Álvarez, cuando habla de los cuadros San Francisco de Borja, de un joven Alonso Cano; y La Virgen de las Cuevas, de Francisco de Zurbarán, que se expondrán en la muestra junto con la talla San Bruno de Martínez Montañés. Será la primera vez que estas piezas salgan de los claustros del antiguo convento de la Merced Calzada. "Ha sido un empeño personal, son obras que no se suelen prestar, y así lo pone en sus fichas, pero hay momentos especiales, ocasiones únicas por las que merece la pena hacer este esfuerzo excepcional", continúa el director. La importancia de las obras se deduce de su misma ubicación en la pinacoteca sevillana. El alonso cano, en la sala cuarta, se encuentra enfrentado a Velázquez (Retrato de don Cristóbal de Ribera), en un magnífico ejemplo de identidad formal. "Ambos cuadros son de sus etapas sevillanas. Se nota que los dos están trabajando juntos en el mismo taller", relata Álvarez.

Por su parte, La Virgen de las Cuevas y el San Bruno se expondrán en Londres de la misma manera que lo hacen en la sala X del Bellas Artes: enfrentados el uno al otro: los cartujos de Martínez Montañés versus los de Zurbarán. "El objetivo es mostrar que el enfoque hiperrealista de estos pintores se apoyaba, claramente, en un conocimiento y, en algunos casos, en la práctica directa de la escultura", al decir de Bray. Estas dos obras, sin embargo, sólo se podrán ver en Londres, y no viajarán a Washington. "Los traslados en avión son peligrosos, los movimientos de despegue y aterrizaje no garantizan la seguridad de estas obras", explica el director del museo.

Otra de las obras que destaca por su singularidad y por la excepcionalidad de su marcha de Sevilla es la Cabeza decapitada de San Juan Bautista, una extraña escultura de Juan de Mesa que se exhibe en la Catedral desde hace 40 años. "Es de un realismo absoluto, conmovedor", explica Teresa Laguna, conservadora de Bienes Muebles del templo metropolitano. Creada por el discípulo de Montañés para el convento de Santa Clara y adquirida por la iglesia Catedral en la década de los 60, "es una obra muy importante dentro de la producción de Juan de Mesa y entronca perfectamente con los contenidos y el discurso de la exposición", justifica Laguna la presencia de la Cabeza de San Juan Bautista en The sacred made real.

Sin embargo, la verdadera joya de la muestra será el Cristo crucificado de Zurbarán del Art Institute of Chicago, obra maestra de 1627 y préstamo crucial para esta exposición, que vuelve a Europa por primera vez en 50 años. Zurbarán logra sobre lienzo un efecto escultórico sorprendente, "sobre todo cuando se coloca junto a una talla policromada como la de Juan Martínez Montañés de 1617 que se encuentra en la iglesia del convento del Santo Ángel de Sevilla", explica Bray. Será la primera vez que este crucificado, expuesto en la capilla del sagrario de la iglesia de la calle Rioja, salga fuera de España. "De todo lo que va de Montañés es la mejor obra, y por eso ocupará un lugar preferente dentro de la muestra. Zurbarán y Montañés se volverán a reunir por primera vez después de la francesada", explica a El Correo el padre Juan Dobado, que explica que originariamente, este crucificado se situó en la primera capilla, " está hecho para la contemplación de cerca".

Finalmente, y junto con las tres obras de la Universidad que están en restauración, la muestra contará con la Crucifixión de Juan de Mesa custodiada en la parroquia del Salvador. Se trata de una versión de menor tamaño (de 1621) de la escultura original que procesiona el Domingo de Ramos con la cofradía del Amor. La pieza requerida por la muestra, "aunque no sale en procesión, sigue desempeñando un importante papel de atención pastoral de la archicofradía", explican en la iglesia. No obstante, los organizadores de la exposición han tenido que viajar hasta El Pedroso para culminar la representación del arte religioso del XVII, ese que buscó el realismo con un celo y una genialidad inquebrantable. Una bellísima Inmaculada de Montañés que es la primera interpretación de este tema que inmortalizaría el autor. Su figura aniñada plena de los encantos juveniles puros cierra el círculo de esta exposición.

 

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