La enorme creatividad del arte barroco sevillano, fruto de las grandezas y miserias que le tocó vivir a la ciudad durante el siglo XVII, como el esplendor del comercio con América o una devastadora peste, se muestra desde ayer y hasta el 30 de enero en una exposición en el Hospital Real de Granada.
Bajo el título Teatro de grandezas, la muestra está compuesta por 122 piezas de las más destacadas del movimiento artístico sevillano del siglo XVII provenientes de colecciones privadas y públicas, algunas de las cuales se pueden contemplar por primera vez en España.
La exposición se enmarca dentro del proyecto Andalucía Barroca de organizar una muestra cruzada sobre el barroco granadino en Sevilla y el barroco sevillano en Granada que permita a sus ciudadanos conocer los dos mayores exponentes del barroco andaluz, según explicó ayer la consejera de Cultura, Rosa Torres.
Sevilla fue, durante el Siglo de Oro, "una ciudad en la que todo se hacía a lo grande", de ahí el título de la exposición, que "no refleja soberbia sevillana sino simple conciencia de que en esta ciudad se hicieron cosas, se sintieron espiritualidades y se protagonizaron circunstancias que la convirtieron en extraordinaria desde el punto de vista creativo", según indicó Enrique Valdivieso, uno de los comisarios de la muestra.
Para Valdivieso, Sevilla en esa época "supo encadenar perfectamente dos parámetros totalmente distintos en los comportamientos humanos" como fueron su faceta laboral y espiritual, que dieron lugar a "prodigios" como que tuviera "la mayor mancebía de Europa" a la vez que el mayor número de edificios religiosos. Así, explicó que, como ciudad portuaria, Sevilla vivió una época de esplendor, sobre todo a principios del siglo XVII, que queda reflejada en los centenares de tabernas, mesones, lugares de juego y prostíbulos que había en la ciudad, de lo que da muestra la exposición.
En el lado opuesto se sitúa su faceta espiritual, que vivió su apogeo en la segunda mitad del siglo, después de que, en 1649, una temible peste mermara la población sevillana de los 120.000 a los 60.000 habitantes, a la que siguieron periodos de sequías e inundaciones que hicieron que la ciudad "no levantara cabeza" durante varios años.
El arte, según Valdivieso, "se hizo cargo de esas circunstancias" y se volvió desde entonces y, sobre todo a través del arte de Murillo, "amable, asequible, oficialmente familiar y doméstico".