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El BCE activa la máquina de hacer dinero

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo acordó ayer reducir el precio oficial del dinero al 1%, una rebaja que deja los tipos de interés en mínimos históricos con la posibilidad de que puedan seguir bajando en función de las circunstancias hasta acercarse al 0%.

el 16 sep 2009 / 02:25 h.

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo acordó ayer reducir el precio oficial del dinero al 1%, una rebaja que deja los tipos de interés en mínimos históricos con la posibilidad de que puedan seguir bajando en función de las circunstancias hasta acercarse al 0%. Dicha actuación supondrá inevitablemente nuevas bajadas del euríbor (el valor de referencia para los préstamos interbancarios y por el que se calculan las hipotecas), lo que sin duda aliviará las castigadas economías familiares. Eso sí, siempre que los bancos no empleen fórmulas para eludir dichos recortes tanto para las hipotecas como en los préstamos, algo que ha venido ocurriendo de forma generalizada en los últimos meses. El presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, también anunció que adquirirá cédulas hipotecarias emitidas por valor de 60.000 millones de euros, una medida para inyectar liquidez, lo que pondrá en marcha la maquinaria para poner nuevos billetes en circulación, ya que la medida supone adquirir cédulas hipotecarias de entidades financieras, una intervención que beneficiaría a España por la estrecha vinculación que han tenido algunos bancos con el sector del ladrillo. Hay margen para hacerlo pues los niveles de inflación están al mínimo, si bien se crearía una situación ficticia que podría empeorar aún más las cosas a medio plazo. La excepcionalidad de las medidas se explica por la mayor crisis tras la segunda Guerra Mundial y dejan ya poco margen de actuación al banco emisor para actuar en política monetaria. Queda por ver si los bancos, principales beneficiados, decidirán o no aflojar el crédito, fundamental para normalizar la situación. Mientras eso ocurre, la Unión Europea dio ayer una muestra más de por qué no concita el interés de los ciudadanos al proponer reducir la jornada laboral para afrontar el desempleo cuando hace sólo unos meses planteaba extenderla a 65 horas semanales.

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