Isuardi pugna con Moha, autor del 1-0, en un balón dividido. Foto: Bernardo Ruiz. Enviado especial a Anguiano (La Rioja). En la trampa de Isla, el Real Betis B fue capaz de sobrevivir. Con el traje de faena y las mejillas rotas por la lluvia y el frío. El filial cocinó un registro de oro que deberá salpimentar en el Benito Villamarín ante un Anguiano corpulento, físico y con superávit de centímetros. Una combinación de pesada digestión para un filial que no traicionó su libro de estilo y que fue capaz de escapar indemne de la pelea callejera. El gol de Caro cotiza al precio del caviar iraní después de un combate de fuego real en el que los de Heliópolis aceptaron el intercambio de golpes. El B interpretó su rol desde el inicio. El cuadro de Óscar Cano apeló a la calidad de sus piezas ofensivas para generar peligro. Sin embargo, las acciones de laboratorio en el coqueto recinto de Isla son sinónimo de peligro real. Sin fuegos de artificio. En el primer mensaje de los anfitriones, los discípulos de Juan Carlos Herrero fabricaron el 1-0. Moha cazó el cuero en el interior del área, se anticipó a la zaga heliopolitana y, de remate acrobático, batió a Javi Montoya, con el rostro desencajado. Los de Los Bermejales trataron de replicar de forma progresiva, aunque el traicionero césped congeló su ingenio en los últimos metros. Sofian se erigió en la principal amenaza en los saques de esquina, la auténtica receta para intimidar en un recinto de reducidas dimensiones. Los visitantes, con un 4-4-2 y Carlos García de cerebro, buscaron la igualada con templanza. Aceptaron la pelea callejera en plena lluvia y amedrentaron a un Anguiano con ADN propio. Los riojanos supieron sobrevivir, controlar el ritmo del asunto y generar miedo en los saques a balón parado. Su ideario fue una inquietante sombra para los de la Ciudad Deportiva, que reclamaron penalti tras un claro derribo sobre Carlos García que Hernández Cifuentes, permisivo hasta la saciedad, ignoró. Juan Carlos Herrero, técnico local, apostó por un 4-1-4-1 con Íñigo disfrazado de perro de presa. La complacencia del árbitro castellano-leonés en el contacto físico en la medular benefició al Anguiano, con centímetros y veteranía en la zaga. Con luces y sombras en el tramo inaugural, el plantel verdiblanco recurrió a Isuardi y Kevin Lacruz antes de despedir el primer acto. El ex del Racing, en el flanco siniestro, fue un incordio para los pilotos aéreos azulones, sin contemplaciones ni recursos en los momentos de tensión. El improvisado extremo zurdo se encargaba de facturar las acciones de mayor criterio de los visitantes, con crédito y calma. El Betis B apenas triangulaba en la medular. Sin embargo, las acciones ensayadas eran su principal fuente de peligro. En un saque de esquina botado por Isuardi al corazón del área, Sofian se anticipó a su par y, en un gesto más propio de un pívot de la NBA que de un central de Tercera, cabeceó con veneno. Pisón, en una señal de desconfianza, prefirió enviar el cuero a córner antes de controlar su trayectoria. Cano decidió no alterar su pizarra en los primeros compases de la segunda mitad, en la que sus discípulos decidieron asumir la posesión en régimen de monopolio. El Anguiano, auxiliado por la climatología y el césped, se agazapó en su madriguera y renunció al fútbol ofensivo. Los visitantes recurrieron a la paciencia para cocinar un registro positivo. Varela asió el cuchillo y dibujó una autopista en el carril zurdo. Diego, atemorizado, alzó la bandera blanca de la rendición. El gol de los de La Palmera era cuestión de tiempo y el preparador granadino eligió a Álvaro González para relevar a Isuardi, sacrificado hasta el último segundo. Isaac escapa de la presión de un rival. Foto: Bernardo Ruiz. Los locales comprimían espacios, presionaban y robaban con asiduidad, aunque apenas traspasaban la divisoria con efectivos suficientes para inquietar. Juanma e Ismael se asociaban con fe ciega en los últimos metros y la zaga azulona neutralizaba el peligro con agonía. Con el B pletórico en el ring, Varela firmó un zurdazo de falta que Pisón, un arquero de garantías en la Tercera riojana, despejó con los puños y los ojos dubitativos. El filial sintió el miedo y buscó a su presa a campo abierto. En un saque de esquina lanzado de forma sedosa por Varela, con un guante en sus botas y una precisión milimétrica en los prismáticos, Caro exhibió los atributos de un central poderoso en el juego aéreo para, suspendido en el aire y con un soberbio cabezazo, establecer una igualada que el anfitrión Álex cuestionó antes del final. Un resultado de oro en la trampa de Isla. El Benito Villamarín, con los rigores de los estertores de la primavera en su máximo apogeo, dictará la sentencia de un cruce envenenado. Ficha técnica: CD Anguiano: Pisón; Diego, Luis, Álex, Alberto; Íñigo; Richi (Rivas, m. 70), Nacho, Moha, Sotes; y Álvaro (Luigi, m. 85). Real Betis B: Montoya; Isaac, Sofian, Caro, Varela; Kevin, Fausto, Carlos García, Isuardi (Álvaro González, m. 65); Ismael (Álex Alegría, m. 89) y Juanma (Moyita, m. 85). Árbitro: Hernández Cifuentes, de Castilla y León. Amarilla a los visitantes Varela, Fausto e Isuardi. Goles: 1-0, Moha (m. 03). 1-1, Caro (m. 77). Incidencias: 600 espectadores en Isla. Presencia de aficionados heliopolitanos.