Dar sentido y coherencia a muchas palabras que se utilizan a diario en diversas situaciones de la vida no tiene sin embargo sentido cuando se trasladan al mundo del fútbol. En el Betis se vivían días de felicidad tras el pesimismo de los incidentes con el Athletic de Bilbao, arreglados con tres victorias consecutivas ante Osasuna, Barcelona y Zaragoza. Llegaba el domingo de Feria de Abril y en Heliópolis se presentaba el Levante, colista y casi descendido matemáticamente. La fiesta para asegurar la permanencia estaba servida y aparece el Currobetis y batacazo que te crío. Otra vez números y pesimismo.
El próximo sábado, otra vez de regreso a la búsqueda de esa victoria que te dé el paso del pesimismo a la tranquilidad. El panorama, sin embargo, no es en este momento el mejor. El Atlético de Madrid se juega la Champions, hay ausencias notabilísimas de jugadores clave en la resurrección del equipo verdiblanco y sólo queda invocar al Currobetis. Esa es la esperanza a la que se agarra en estos momentos el beticismo, porque este equipo ha hecho cosas mucho más difíciles que esta de Madrid.
