Una plantilla de garantías. Había conformado el Real Betis una plantilla de garantías que volvía a la competición europea dos años después del periplo de Serra Ferrer que terminó en Burdeos. Un técnico con experiencia y solvencia como Luis Aragonés era el encargado del proyecto. Años atrás viví en primera persona junto a mis compañeros Antonio Somoza y el técnico de Radio Sevilla, Manolo Quintana, la noche en la que en una habitación del Hotel Meliá de Granada, que dirigía Manolo Fernández Heredia, no pudieron disuadirle ni los esfuerzos de su amigo y masajista del club, Vicente Montiel, para que siguiera al frente del equipo y no se marchara a Madrid.
Una depresión sumió en lo más profundo a Luis, que se puso en la capital de España en manos de especialistas y no comenzó en Santander su trabajo como entrenador. Hubieron de ser Pedro Buenaventura y Rogelio Sosa quienes aquella tarde se sentaran en el banquillo en el partido ante el Racing en el debut liguero. Cada vez que me encontraba años después a Luis en la capital de España siempre me decía estas palabras: "Tú sabes que esa espinita llegará el día en que me la saque". Y le llegó con una gran plantilla y el Betis clasificado para la Recopa. Después llegaron las desavenencias con Ruiz de Lopera y un durísimo cruce de declaraciones, rompiéndose una cuerda tensada en demasía.
Entremos en el tema que nos ocupa, que no es otro que el paso del Real Betis por la Recopa de la temporada 97/98 con Aragonés, Del Sol, Paredes, Rogelio y Esnaola componiendo el entramado técnico. Buen plantel.
Comienzo en Budapest. El equipo de los ferroviarios húngaros, Vasutas, era un desconocido en el concierto continental. Había más interés por conocer la bellísima capital de Hungría con ese Danubio que la divide como el Guadalquivir a Sevilla en dos partes muy diferenciadas. Buda y Pest son como Triana y Sevilla. Allí volvimos a tener un grato encuentro con Antal Dunai, ahora entrenador del equipo nacional olímpico, que tuvo el detalle de invitarme a cenar, junto a Luis Carlos Peris. Noche de tertulia de fútbol grande y recuerdos para Ferenc Szusza, que excusó su ausencia en el partido por encontrarse enfermo.
También estuvimos con Ladinszky. Juan Salas Tirado tenía muchísimo interés en saludarle y apareció por el hotel y junto a Juan Salas Tornero y su hijo Juan nos llevó por unos bosques donde sólo faltaron los lobos, en una noche fría y oscura, hasta un restaurante que dijo ser magnífico y que resultó ser una pizzería de lo más normal y corriente. Las cosas del bueno de Attila. Le recordaba aquel día que estando en la finca de recreo de don José Núñez Naranjo en Mairena del Alcor almorzaban los jugadores en el inicio de la temporada posterior al título de Copa del Rey y sin darnos cuenta le tiramos una botella de ginebra que tenía debajo de una mesa sabiamente colocada para darle gusto a la coca-cola. Personaje donde los haya, polémico como futbolista pero excelente persona. Un libro podríamos escribir de su paso por el Betis y anécdotas para llenarlo podrían contar sus compañeros.
El Betis ganó con autoridad aquella eliminatoria. Llevaba dos goles de ventaja al pequeño estadio de Szony Vasutas y las incrementó con dos más que lograron Alexis y Alfonso, en una fría noche y en la que hubo muchas discrepancias entre las familias de algunos consejeros desplazados a Hungría y la del propio Lopera. Recuerdo a Balbino de Bernardo y Enrique Cabezas, dos excelentes personas y amigos, dado que no había posibilidades de encontrar un restaurante y en el elegido para el almuerzo oficial del club no tenían posibilidad de incrementar las mesas por no disponer de material suficiente (versión oficial).
Al final todo se dio por bueno con el resultado obtenido y como siempre sucede en el fútbol, una victoria es como una buena capa que todo lo tapa.
Dinamarca en noviembre. Hacía un frío que pelaba cuando llegamos a Copenhague. Eran los primeros días de noviembre de 1997 y ya saben cómo se las gasta la temperatura en el norte de Europa. En pleno centro de la capital danesa nos alojamos, Hotel Radisson SAS. Recuerdo que en aquel viaje recibimos una invitación muy original. La Peña Bética de Copenhague le invita a unas cervezas en el Café René. Estaba muy cerca de nuestro hotel y allí acudimos los periodistas.
El presidente era el sevillano Bronce González y sus socios, unos 40, todos daneses. Resulta que Bronce formaba parte de la tuna de Magisterio que hizo una excursión por tierras danesas. En aquella tuna también tocaba Pascual González de los Cantores y nuestro anfitrión se enamoró de tal forma de una bellísima danesa que se quedó allí para siempre.En el gran estadio del Parque Central con un frío que pelaba y vociferando los radiofonistas sevillanos ante las estupefactas miradas de los daneses que nos miraban muy extrañados, el Betis empató a un gol, que marcó el capitán Juan Ureña en los últimos minutos del partido y pasó a la tercera eliminatoria, que se jugaría ya en la primavera dado que las fechas serían los primeros días de marzo.
El Chelsea en el camino. Cada vez que se pasa una eliminatoria quedan los débiles en el camino y subsisten los fuertes. Un equipo de la categoría del Chelsea, de los más fuertes de la Premier de Inglaterra, fue el que se emparejó al Real Betis porque así lo quiso el bombo europeo. Llegaron a Sevilla en marzo más de 5.000 aficionados ingleses. El color azul, así viste el equipo del centro de Londres, inundó el centro de Sevilla.
Los alrededores de nuestra Catedral eran un hormiguero de aficionados en su mayoría descamisados, bebiéndose media Cruzcampo. Hasta cortaron la calle Alemanes dando rienda suelta a su euforia cervecera. No hubo incidentes dignos de mención porque las dos aficiones vivieron horas de cánticos y convivencia sin dar lugar a esos espectáculos lamentables que hemos visto en otras ocasiones cuando hay desplazamientos masivos de aficionados británicos.
El entrenador-jugador, Gianluca Vialli, dejó su puesto en el campo al noruego Flo, que resultaría ser artífice con sus goles de la victoria (1-2) y, sin embargo, en el partido de vuelta en Stamford Bridge quitó a Flo para jugar él de pareja de su compatriota Zola en el ataque. En aquel equipo jugaba Petrescu, hasta hace poco entrenador del equipo rumano del Unirea que juega en el grupo de Champions con el Sevilla, y terminaba sus días de fútbol el hoy entrenador del Manchester City, Mark Hughes.
No estuve en la vuelta en Londres. De nuevo solicitaron un dineral por los derechos de retransmisión del partido y apoyado en un teléfono que tenía dentro del estadio Santiago Ortega me quedé delante de la pantalla del televisor en un estudio de Radio Sevilla apoyado en los comentarios por mis compañeros y Luis Carlos Peris, que no se había desplazado a Londres por el fallecimiento de un familiar.
Perdió el Betis por 3-1, después de adelantarse con un gol de Finidi que despertó muchas esperanzas. Expulsaron a Luis Aragonés por protestar el casero arbitraje y hasta no le dejaron ver desde el túnel el partido. Los goles del Chelsea bien avanzado el tiempo de juego dejaron al Real Betis en la cuneta de su andadura europea en aquel mes de marzo de 1998. Se habían depositado tantas esperanzas en aquel buen equipo que no pudo pasar de esas tres eliminatorias que el Betis intentaba superar para rebasar las que cubrió años atrás el equipo tanto en la Recopa con Iriondo, como con Lorenzo Serra Ferrer, que también cayó en tercera ronda frente al Girondins en Burdeos.