VIDEO: LYDIA CAPITÁN
A las 20.48 horas del 31 de mayo de 2009, Domingo de Pentecostés para más señas, el Betis consumó su décimo descenso de la historia a Segunda división. Parece increíble, pero es cierto, tan cierto como el mar de lágrimas que inundó todo el barrio de Heliópolis, donde tardará en volver a salir el sol.
Todos los equipos implicados en la lucha por evitar el descenso dependían de sí mismos y todos, menos el Betis, cumplieron con su deber: ganaron Osasuna y Sporting, después de remontar sendos goles adversos, y empataron Getafe y Valladolid, a quienes les bastaba un punto para asegurar la permanencia.
El Betis sólo bajaba en 4 de las 81 combinaciones posibles y durante casi toda la tarde tuvo el descenso muy lejos, pues marcó primero el Madrid en Pamplona, luego el Recre en Gijón y acto seguido lo hacía el Racing en el Sardinero. El que no marcó fue el Betis, pese a que tuvo una salida en tromba alentadora, en la que generó hasta tres ocasiones muy claras de gol, desbaratadas todas ellas por ese gran portero que es Sergio Asenjo, al que acaba de fichar el Atlético de Madrid. A los dos minutos salvó un gol cantado a pies de Oliveira, a los cinco hizo lo propio ante Sergio García y a los siete volvió a desviar a córner un potente zurdazo de Mark González.
No hubo manera de cobrar ventaja con esa puesta en escena fulgurante y, en esas, todo iba a quedar a expensas de las noticias que llegaran de otros campos, que empezaron siendo alentadoras y acabaron siendo funestas, como por otra parte era de esperar. Para colmo, a los béticos se les fundieron los plomos prontísimo, pues la salida arrolladora apenas duró siete minutos y a raíz de ahí el Valladolid empezó a jugar a sus anchas, sin que su puerta volviera a ser sometida a agobio alguno y sin necesidad si quiera de meter la pierna. Un dato esclarecedor: en toda la primera mitad los pucelanos solo cometieron una falta y ensayaron una vez el remate a puerta. Y fue gol, y en el descuento, y obra de Aguirre, que no jugó de titular y saltó al campo por la temprana lesión de Pedro León. La tarde empezaba a torcerse, aunque al descanso, pese al 0-1, el Betis seguía salvado y debía marcar dos goles el Sporting y otro Osasuna para verse condenado al descenso.
El que marcó, nada más empezar la segunda parte, fue Oliveira, pero el empate, como ya adelantamos en las vísperas, sólo valía si perdía el Getafe, que ya había igulado su partido con el Racing en el Sardinero. Hacía falta otro gol para poder apagar de una vez las puñeteras radios: lo tuvo Oliveira (55') que remató un gran pase de Sergio García al palo, pero a raíz de ahí todos los resultados empezaron a concatenarse en contra de los intereses béticos, como pasó la semana anterior en Málaga, o en el descenso de 1978 aquí mismo ante la Real, o en el de Castellón en 1973. En apenas diez minutos trágicos Sporting y Osasuna se ponían ganando y acariciaban la salvación, mientras Juanito volvía a estrellar otro remate en el palo solo instantes después de que la tragedia empezara a consumarse.
Tuvieron los béticos 26 minutos para salvarse por sí mismos, solos ante el peligro una vez que ya todos los resultados ajenos se habían torcido. Y no dieron la talla los jugadores, atenazados y con plomo en sus piernas, impotentes pese al desgarrador aliento de una grada que poco a poco fue interiorizando la tragedia y rompió a llorar bastante antes de que Pérez Burrull pitará el final del partido. "No me falles, yo nunca te he fallado", rezaba una pancarta. pero en el Betis fallan muchas cosas desde hace demasiado tiempo.