El concurso de acreedores hace que cada gasto sea examinado con minuciosidad y lupa en el Betis, por parte del propio consejo de administración y por supuesto de los administradores concursales. Es la realidad desde hace casi un año y nadie se va a extrañar. Que se lo digan a Pepe Mel, que vio cómo este consejo de administración le rebajaba el sueldo que había firmado con la directiva de Luis Oliver. El problema, entre comillas, es que ha llegado el momento en que la plantilla, también sujeta a las restricciones, ha solicitado la concesión de una prima por lograr el objetivo marcado desde el principio: la permanencia. Y con la iglesia ha topado. Quien dice iglesia dice dirigentes, evidentemente.
La intención del club, en coherencia con su política financiera desde la entrada en la ley concursal, es que no se abonará ninguna prima a no ser que el logro deportivo reporte beneficios económicos extra a la entidad. En otras palabras, la permanencia asegura la continuidad del contrato televisivo pero no se traduce en un ingreso no presupuestado, como sí sucedería con la clasificación para alguna competición europea.
La postura del club fue descrita por el consejero José Antonio Bosch en el diario Marca. "Primar por la salvación es primar por trabajar, y eso va incluido en el salario. El incentivo debe estar basado en un plus. En todo caso, no es un conflicto real, sólo una polémica que está en la prensa y que no genera ninguna fricción en el vestuario", matizó. El entrenador estaba de acuerdo: "Tenemos la suerte de que el vestuario está muy comprometido con el club y sabe que no se puede pedir de donde no hay. Tampoco están muy preocupados. No lo estuvimos el año pasado, que era más urgente. No se cobraron primas por ascender y no pasó nada, lucharon y compitieron igual. El jugador que venga a este club sabe que el dinero no es prioritario porque este club no se rige por eso", proclamó Mel.
