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El breve vuelo de la Blanca Paloma

Ni llovía ni hacía calor, pero la Virgen pasó casi como una exhalación por la mayoría de las hermandades. Sólo la Macarena gozó con la oportunidad de rezarle dos veces. La Blanca Paloma estuvo apenas diez horas en la calle. (Foto: G. Barrera)

el 15 sep 2009 / 04:42 h.

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Vídeo: Informativos Canal Sur

Ni llovía ni hacía calor, pero la Virgen pasó casi como una exhalación por la mayoría de las hermandades. Sólo la Macarena gozó con la oportunidad de rezarle dos veces. La Blanca Paloma estuvo apenas diez horas en la calle.

Durante el lento rezo del Rosario de las hermandades se produjeron verdaderos conatos de salto que los santeros supieron frenar, convenciendo a los almonteños de que había que esperar la llegada del Simpecado de la Matriz. Sin embargo, cuando los aplausos de la explanada de la ermita se escucharon en el interior del santuario, no hubo manera de parar a los jóvenes deseosos de sacar a su patrona en procesión. Así, a las 2.31 horas de la madrugada del Lunes de Pentecostés, los almonteños saltaron la reja. Media hora antes que hace un año y más temprano que hace muchos años.

Eso sí, antes de bajar las andas con la Reina de las Marismas del presbiterio, esperaron a que el Simpecado franqueara la puerta de la concha peregrina y llegara, ya en medio de la euforia, al altar del santuario. Llegaba la hora más esperada, el momento que todos los rocieros aguardan durante todo un año. Y que no volverá a repetirse hasta el 1 de junio de 2009. La Blanca Paloma iniciaba su vuelo.

El descontento de los almonteños por no haber sido informados de que su Simpecado, tras el camino del miércoles pasado, no iba a entrar en la ermita, como solía hacer en los últimos años, sino que el hermano mayor lo portaría directamente desde la puerta de la concha a la casa hermandad, justifica, según explicaron algunos, que se saltara la reja sin que la insignia llegara al presbiterio. En cualquier caso, la procesión había empezado.

Pero fue un vuelo breve, que ha sabido a poco. La Señora fue muy rápida durante todo el recorrido, aunque no fue la procesión más corta de los últimos años, ya que en 2006 rondó sólo las nueve horas. Entonces, la justificación era que la Virgen había salido en tres ocasiones en un mes, ya que se encontraba en Almonte, había celebrado la procesión en el pueblo con las galas de reina; regresó a su aldea como Pastora y, una semana después, salía con motivo de la Romería de Pentecostés. Pero ayer resultaba más difícil encontrar una explicación.

Había un 30% de riesgo de lluvia, pero el agua no se hizo presente en ningún momento del recorrido, ni del día. Y tampoco hacía calor, como sí ha ocurrido otros años. "Ni hace calor ni llueve, simplemente quieren ir más rápido", comentaba en voz alta uno de los rocieros que intentaba seguir sus pasos por la calle Las Carretas, pasadas las 11.00 horas. Aunque Enrique Márquez, un almonteño que salía del paso, echaba mano al "calor que va hacer" para justificarlo.

En la calle Almonte tampoco la esperaban tan pronto. A muchos les pilló de sorpresa mientras desayunaban y, entre que llegaban del patio al porche, ya había pasado. "Viene una hora adelantada", calculaba Helena Cano. La media hora ganada en el salto y otra media restada a las filiales. Y eso que ayer la Blanca Paloma, en El Real, se encontró cara a cara con un nuevo Simpecado, el de la última filial, la de Morón de la Frontera, que hace la número 106.

El Simpecado de Villamanrique, el que cierra el Rosario de las hermandades como filial, aún no había llegado a su casa, los fuegos artificales y los cohetes iluminaban el cielo y el coro de la hermandad de Córdoba aún cantaba las sevillanas tras el rezo de las últimas letanías. Pero la Matriz estaba entrando.

La ermita se deshizo en aplausos y, en la explanada, los cientos de rocieros concentrados siguieron su ejemplo. Comenzaron los vítores, los rezos por sevillanas y las palmas al compás. Las campanas del santuario anunciaban al resto de la aldea que había llegado el momento. El corazón estaba listo, ya no aguantaba para gritarle "guapa" a la Virgen del Rocío en su paso.

Entre los estrenos de este año se encontraba el ensanchamiento de la puerta de la reja en 1,10 metros, lo que facilitó, en efecto, la salida de la Virgen y su regreso al presbiterio. Pero también los nuevos basamentos de los varales, con 20 centímetros, de manera que sólo los hombres más altos podían cogerlos y, por lo tanto, fueron los que mandaron en el paso. "Y se nota", aseguraba Enrique Márquez.

Pero esto no evitó que la Virgen recorriera la ermita sobre las ruedas y permaneciera por varios minutos pisando la arena de la explanada. No evitó que se cayera en varias ocasiones a lo largo de la noche y que subiera uno a uno los escalones del altar, e incluso que se quedara como atascada -y volcada hacia delante- entre la reja y la mesa donde la colocan, a su regreso al santuario. "Se cae porque se descompensa la distribución del peso: estamos más hombres en un costero que en otro", explicaba Enrique Márquez. Aunque admite que "todos los años hay que restaurar un banco" (los travesaños de las andas).

A pesar de esto, los rocieros no dudaron en cantarle, tanto durante el recorrido como ya en la entrada, aquello de "como los almonteños no hay quien te lleve". Y como otros tantos romeros que con profunda devoción y respeto se acercaron a cogerla.

Rápidamente salió de la explanada. En pocos minutos recorrió la calle La Ermita, frente a la marisma, y enseguida llegó a Huévar, la primera filial con la que se encuentra, la primera petalada que recibe y la primera salve que le rezan.

Y llegó después a El Real. La mexicana Benerice y su novio francés, Fabián, veían en la distancia a la Virgen, aunque querían coger sitio en Villamanrique. Fabián conoció a la Virgen de pequeño, pero ninguno de los dos había visto jamás la romería. Viven en Cádiz y quisieron conocer la fiesta, aunque se habían enterado por casualidad. Además, Benerice quería ver en directo a la Blanca Paloma, la que le da nombre a una de sus hermanas: "En México es un nombre bastante común. No creo que tenga que ver con la devoción de mis padres", comentaba junto a su guía voluntario en este Rocío, un sevillano que camina junto a Villamanrique.

Y allí, en poco tiempo, llegó la Virgen. La mecieron (o balancearon), escuchó por primera vez cómo le reza el padre Pablo Colón -al final "con un hilito de voz"- pero arropado por un pueblo que "quiere mucho a la Virgen". Y allí recibió, como a un almonteño más, al niño que este año ha sido su hermano mayor, el pequeño José Manuel García, de madre almonteña y padre manriqueño. "Un minuto y medio", cronometró Rafael. Es el tiempo que había estado el paso junto a la Más Antigua. Y aunque parezca poco, "es mucho. El año pasado fueron apenas 30 segundos".

Coria y Macarena pueden presumir este año de haber gozado durante más tiempo de la presencia de la Virgen. De hecho, ante el de San Gil regresó después de haber visitado el de Hinojos en la calle Sanlúcar. Cumpliendo lo previsto, aunque en menos tiempo que casi siempre, saludó a todos y se encontró con Umbrete y su lluvia de pétalos rojos, con Triana y su canto de bendición, con Sevilla, con El Cerro, con Sevilla Sur y, sucesivamente, con sus 106 queridas filiales.

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