Economía

El cajero macro

el 20 dic 2009 / 08:34 h.

Antonio Pulido

Antonio Pulido Gutiérrez (Castro del Río, Córdoba, 1965). Directivo financiero que lo quiere todo grande. Una caja de ahorros grande, y pivotó la fusión de El Monte y San Fernando, a la espera de otra más grande, sumando Caja de Guadalajara y todas aquellas de pequeña o de media estatura que se pongan por delante. Un edificio grande, pero no se conformó con grande, sino faraónico, al retomar e impulsar el único rascacielos de Sevilla, más alto que yo, nadie, para mayor gloria de Cajasol. Una cuenta de resultados grande –aquí más vale maña que fuerza, pues lo está logrando araña que te araña a los gastos que merman la eficiencia– y que se mida sin complejo con la de otra grande, Unicaja. Y semejante visión de lo grande, de lo macro, le viene de los codos, los que se quemó para sacar adelante su licenciatura y doctorado en Ciencias Económicas y Empresariales. La macroeconomía es de su especial gusto, huelga decirlo.

Toda carrera profesional se encuentra con inesperados días de gloria, y a nuestro cajero le llegó cuando el PSOE andaluz, en el que milita desde joven, y por mediación directa de Gaspar Zarrías le confió la presidencia de El Monte para sustituir al díscolo José María Bueno Lidón, que al partido le salió rana, al igual que su antecesor, Isidoro Beneroso. El don de la oportunidad, simplemente estaba allí y no había otro. En la entidad, ya era secretario del consejo de administración, pero ni por asomo se imaginaba que sería elevado a los altares de las finanzas andaluzas con la bendición del sindicato CCOO, que tenía la llave del cargo. Su misión primerísima, el matrimonio con la otra caja sevillana, San Fernando, del que todo treinteañero había podido oír campanas desde que era crío de teta.

Y vaya si costó. No fue tarea fácil aunar dos entidades tan diferentes, cada una de su padre y de su madre. Los dos años del periodo transitorio que dictaba la ley andaluza para cerrar esta fusión se agotaron hasta el último minuto, aunque, eso sí, el maestro Pulido cortó orejas al toro y revalidó en la presidencia. Pero he aquí que a puerta gayola tuvo que recibir a los que él mismo calificó como otros dos miuras, la crisis financiera primero, después la crisis económica, que irremediablemente hicieron que los aires de grandeza se le rebajaran y, como el resto de la banca, tuviera que frenar sus planes de expansión. Fue entonces cuando tres de sus obsesiones, el control del gasto, la eficiencia y la solvencia, se convirtieron en mandatos.

“Me da igual gato blanco o negro, pero que cace ratones”. Quienes con él colaboran aseveran que es un hombre que delega, deja trabajar, quiere gentes con iniciativa, si bien no tiene mano izquierda, y eso que es zurdo, a la hora de cambiar el organigrama directivo, tres veces lo hizo en dos años, sacudiéndose a la vieja guardia de las cajas primitivas y rodeándose de un equipo joven. Eso sí, a celoso no le gana nadie, mira, supervisa, reprende, mas hay unanimidad al calificarlo de cariñoso y detallista con su equipo, una copa por aquí, un puro por allá, comamos juntos, paga la casa.
No en vano, cultiva el arte de caer bien y, por tanto, es un artista de las relaciones institucionales. Aunque de la cuerda de Zarrías y Manuel Chaves, comulga con todas las familias del PSOE, hay confianza en él dentro de la Consejería de Economía y Hacienda y en el Banco de España –dos instituciones que en su día vigilaban tanto a El Monte como hoy lo hacen a Cajasur–, se mueve con soltura entre las filas del PP, y de hecho ha colocado a afines en puestos de relevancia de la caja de ahorros, y su trato es muy correcto con los sindicatos, menos en el caso de UGT que en el de CCOO, con el que, sin armar ruido, ha rubricado un amplio acuerdo de prejubilaciones para reducir el excedente laboral que soporta la entidad, una rémora en esa sempiterna búsqueda de lo grande.

Semejante carácter afable, que algunos tildan de blando, también lo desplegaba en sus clases de la Universidad, donde sus alumnos lo recuerdan como un profesor con buen rollito, predilección por Keynes, de constantes lecturas en clase, apuntes dictados y fotocopiados, exámenes tipo test y sin cribas al poner nota. Antes fue jefe del consejero de Educación y Ciencia, y también dentro de la Junta de Andalucía director general de Inturjoven (Consejería para la Igualdad y Bienestar Social). Y, junto con varias publicaciones académicas, es autor de la teoría de las dos torres, una oriental liderada por Unicaja, otra occidental con Cajasol en las almenas.

Un cuadro que representa a Alfonso XIII realizando una imposición, siendo uno de los primeros asientos reales de una caja de ahorros que presume de 175 años, preside su despacho. Está casado, tiene tres hijos, le apasiona y juega al fútbol, monta en bici, saca tiempo, sea por la mañana, sea por la noche, para correr, en los viajes de trabajo siempre lleva unas zapatillas en el maletero del coche oficial, monta en moto y es ansioso lector. La imagen le preocupa sobremanera, la de él y la de la reputación de Cajasol, y desayuna con periódicos e informes sobre la evolución de la economía, la banca y los mercados financieros. Cuando llegó a El Monte de finanzas no entendía ni papa, pero empapado está ya y traspasa con creces la categoría de joven promesa del mapa cajero andaluz. Quizás por ello vigile con especial atención los pasos de Braulio Medel...

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