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El calor humano

Llega el frío y sentimos como el aire corta la cara y nos obliga a no dejar quieto el cuerpo. La naturaleza tiene sus trucos para remover al mundo y, por ejemplo, las bajas temperaturas provocan el efecto de reunir a la gente que necesita calor.

el 15 sep 2009 / 19:08 h.

Llega el frío y sentimos como el aire corta la cara y nos obliga a no dejar quieto el cuerpo. La naturaleza tiene sus trucos para remover al mundo y, por ejemplo, las bajas temperaturas provocan el efecto de reunir a la gente que necesita calor. Gracias a eso las noticias no nos hielan del todo. En este final de 2008 estamos en un mundo sin rumbo, aunque miremos con esperanza, más que con credulidad, al nuevo liderazgo representado por Barack Obama. Pero el escenario es inquietante, con los ataques del llamado terrorismo global, ahora en Bombay; la crisis económica de extraño origen y más raro futuro; con hombres que siguen matando a sus parejas, incluso en permisos carcelarios por haber maltratado antes a otra mujer y, en general, con el desprecio, también global, a los derechos humanos cuya declaración universal cumplirá dentro de unos días 60 años. La pobre es joven para la Historia pero está muy enferma tras la Era Bush, y sólo una buena transfusión como el cierre anunciado de Guantánamo le devolverá algo de vida.

Por eso, de momento podemos combatir el gélido e inquietante panorama con un calor renovable, con calor humano. Cada vez más se achican los espacios entre las personas con sentido común, que en los grupos de amigos, de familiares, de compañeros de viaje con ideas y creencias diferentes, optan por comunicarse mejor. Se mezclan y le pierden el miedo a bajar la guardia, a compartir, a escucharse. Esta puede ser una buena vacuna contra la radicalidad y la intolerancia.

Algo así deberían hacer los líderes políticos y abandonar los planteamientos dogmáticos y partidistas dignos de una permanentemente campaña electoral. Es lógico pedirles que reflexionen y que estén a la altura de las circunstancias. Las críticas deben hacerlas con argumentos, no con eslóganes. Y los periodistas volveremos a contarlo con responsabilidad, alimentando el debate público y fructífero, como ya lo han hecho respetados profesionales, protagonistas también de nuestra historia reciente. (Dedicado a Antonio Yélamo, compañero y amigo, en sus 25 años de periodismo con sentido andaluz).

Periodista

opinion@correoandalucia.es

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