Cultura

El Camas, el último romántico del cante

La noticia de la muerte de Juan López Romero, el cantaor Chiquito de Camas, aunque en sus últimos años era conocido más bien como Juan el Camas, acaba de helarnos el corazón. Y eso, en la sierra de La Unión, con el calor tan pegajoso que hace aquí, es difícil.

el 15 sep 2009 / 09:56 h.

La noticia de la muerte de Juan López Romero, el cantaor Chiquito de Camas, aunque en sus últimos años era conocido más bien como Juan el Camas, acaba de helarnos el corazón. Y eso, en la sierra de La Unión, con el calor tan pegajoso que hace aquí, es difícil. No nos ha pillado por sorpresa porque sabíamos que el gran fandanguero -quizás el último gran fandanguero de Sevilla- estaba regular de salud. Pero lo cierto es que murió el día 4 de agosto, con 80 años cumplidos el pasado mes de febrero.

Nació al morir Manuel Escacena y el mismo año en que Don Antonio Chacón, la Niña de los Peines y Manuel Vallejo recorrían España con la compañía más importante de Monserrat y Vedrines. En Camas, el pueblo sevillano donde Fernando el de Triana tenía su famosa tabernita, La Sonanta, en la que escribió el gran libro de la historia del flamenco, Artes y artistas flamencos.

Aunque para algunos, Juan el Camas haya sido sólo un imitador del Bizco Amate, lo cierto es que ha sido algo más que eso. Camarón lo adoraba hasta el punto de venir a Sevilla sólo para emborracharse con él en alguna taberna. Le gustaba su eco, su sonido, su anarquía artística y, sobre todo, su buen gusto para vivir: siempre en libertad. El Camas era cantaor de cantaores, artista de artistas, de ahí que conectara lo mismo con la Niña de los Peines o El Chocolate, que con los Pata Negra. Fue la inspiración de muchos grandes artistas.

No deja apenas discos, sólo algunas grabaciones con Ramón de Algeciras y su imagen en películas como Polígono Sur, de Dominique Abel, o algo de televisión. Como si no hubiera dejado nada. Será recordado siempre, como se recuerda a El Carbonerillo, El Sevillano o Pepe Pinto. Hay artistas que nacen ya inmortales, y Juan el Camas era uno de ellos.

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