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El cambio de sentido alivia la Ronda y atasca Pío XII y la Carretera de Carmona

Si no hubieran estado los municipales con las grúas, los periódicos se habrían comido hoy al alcalde a exabruptos. Pero estaban, así que el atasco fue, paradójicamente, mucho mayor. Quitando coches mal aparcados consiguieron estorbar lo bastante como para que el desvío alternativo a la Ronda costase media hora. Y aún es agosto. Foto: J.Cuesta.

el 15 sep 2009 / 10:38 h.

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César Rufino / J.G.Palas

Si no hubieran estado los municipales con las grúas, los periódicos se habrían comido hoy al alcalde a exabruptos. Pero estaban, así que el atasco fue, paradójicamente, mucho mayor. Quitando coches mal aparcados consiguieron estorbar lo bastante como para que el desvío alternativo a la Ronda costase media hora. Y aún es agosto.

Una pitada tremenda, de las de temporada otoño/invierno, anunciaba a los vecinos de la Ronda de Pío XII ayer, a la hora de comer, que el embotellamiento estaba servido. Los sevillanos que todavía no sepan lo que es un caos pueden dirigirse a partir de septiembre a la esquina de Miraflores con dicha avenida, pues era ya ayer, plácida tarde de agosto, y los nervios parecían más propios del Puente del Centenario en plena ofensiva de camiones que de un rodeo que, según la municipalidad, hará ahorrar tiempo y combustible a los paisanos. En especial, a quienes tengan helicóptero.

Difícil empeño, ése: media hora costaba, a eso de las dos de la tarde, completar ayer los 4,3 kilómetros que el Ayuntamiento ha propuesto como alternativa al tramo de la Ronda recalificado como de sentido único, y que generalmente se podía completar en apenas cinco minutos aun con tráfico denso. ¿Tiene la culpa el Ayuntamiento? Antes de responder que no, véanse los contenedores de basura invadiendo el carril derecho en la avenida Doctor Leal Castaño; véase la idea de hacer pasar ese excedente de tráfico por una de las rotondas más congestionadas de Sevilla; véase a los municipales, con sus propios vehículos y dos grúas, retirando coches mal aparcados justo detrás de la entrada de urgencias del Hospital Virgen Macarena. Ayer, entre los pitidos de impaciencia de los conductores, se colaban los de una ambulancia desaforada que no encontraba por dónde pasar para llegar a su destino (recuérdese: y es agosto), mientras las grúas demostraban la eficiencia municipal y provocaban, de paso, retenciones peores que las de dejar a los coches como estaban. De todos modos, la doble fila de vehículos es una epidemia desde la Carretera de Carmona hasta el final de Pío XII y tal como se va uno llega otro que ocupa su lugar.

Había dos tipos de conductores ayer en dicha carretera: los que acertaron a girar a la izquierda en el primer semáforo que lo permitía (Avenida de Llanes) y los que acabaron en algún punto de la Ronda Súper-Norte, intentando encontrarle el parecido a la Macarena. Los primeros, más afortunados, recorrieron sin graves problemas los kilómetros iniciales de la travesía urbana, pero se quedaron clavados en Pío XII entre la mala sincronización de los semáforos y el operativo gruístico municipal.

Sitio de sobra. Eran los perjudicados de un plan que a otros, en cambio, les vino de perlas: a la una y media del mediodía, la Ronda es un solar vacío de vehículos. Pero lo que es bueno para unos, a otros los hace rabiar. Los tres empleados de la gasolinera de Capuchinos esperaban de brazos cruzados la llegada de algún vehículo. "No hace falta que te diga nada. Tú mismo lo puedes comprobar", decía con la decepción dibujada en el rostro José Fernández, el encargado. "Desde las 7.00 del domingo a las 7.00 de hoy (por ayer) no hemos alcanzado ni la mitad de la venta total de un turno normal de mañana. A los 6.000 litros de combustible no llegamos cuando lo normal es alcanzar los 10.000 o 12.000 litros en una mañana."

Algunos ciudadanos, afectados directamente por la reordenación del tráfico, utilizaron a los agentes policiales como pim-pam-pum de su exasperación por la medida municipal. Un vecino de la Alameda que se dirigía con su coche a una mutua en la Cartuja montó el numerito a los agentes al ser desviado obligatoriamente a la derecha en el cruce de Feria y Resolana. De recorrer apenas 100 metros para salir a Torneo, al consternado ciudadano lo obligaban ahora a entrar en la Cartuja por el Hospital de San Lázaro y la Glorieta Olímpica, con el consiguiente -y olímpico- cabreo.

Más sociables con los de la gorra azul se mostraban los repartidores de bollería que, detenidos en el semáforo de San Juan de Ribera, junto al hotel Macarena, interpelaban a los agentes sobre cómo llegar a la calle Bécquer. "O da la vuelta por el recorrido alternativo y accede por Glorieta de la Duquesa de Alba o penetra al interior de la muralla por el segundo acceso y remonta hasta el Arco". Atentos a esta segunda alternativa porque puede aliviar muchos recorridos.

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