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El camelo de Movistar y Vodafone

Si usted pertenece como servidor a ese grupo de consumidores que se suelen creer los mensajes publicitarios, lea bien lo que sigue y vaya rellenando el impreso para ingresar en la cofradía de los escépticos, seguramente la que da más papeletas de sitio de toda Sevilla.

el 16 sep 2009 / 07:03 h.

Si usted pertenece como servidor a ese grupo de consumidores que se suelen creer los mensajes publicitarios, lea bien lo que sigue y vaya rellenando el impreso para ingresar en la cofradía de los escépticos, seguramente la que da más papeletas de sitio de toda Sevilla.

En vísperas de las vacaciones me compré un ordenador portátil, una monería, que pese kilo y medio y funciona de maravilla. A continuación me dirigí a la tienda Movistar para adquirir el artilugio de prepago para Internet al objeto de poder seguir enviando mis artículos al periódico. Lo venían anunciando desde hacía semanas, pero en ninguna de la docena de comercios de esta marca que visité en Sevilla y en Madrid lo tenían. En vista de los cual encaminé mis pasos a Vodafone, e ídem de ídem. Se les habían acabado. Estaban a punto de recibirlos. "Es que nos los mandan con cuentagotas", y mil excusas más. Pero, a cualquier hora que encendía la TV el anuncio de la tarjeta sin cuotas y sin contrato machacaba una y otra vez. Lo mismo en las páginas de los diarios.

Tras patearme no sé cuántas tiendas, observé en la estrategia de los vendedores/as un denominador común: intentaban retenerme y convencerme de las ventajas del chirimbolo mediante contrato, poco menos que haciéndome ver que el de prepago resultaba a la larga más caro.

-Mire, señorita. Tengo ADSL por contrato en mi casa de Sevilla y en mi despacho de Madrid. Quiero el de prepago porque sólo lo voy a utilizar en verano y en contadas ocasiones. Y como el anuncio me ha convencido de sus ventajas es por lo solicito.

Resumiendo: desde primeros de julio estoy apuntado en no menos de doce o catorce listas de espera en tiendas de Movistar y de Vodafone, sin que hasta la fecha nadie me haya llamado para darme la buena nueva. En esto, un amigo conocedor de cómo se las gastan las operadoras citadas me dio la clave: esos anuncios son un mero reclamo para que el público acuda a sus tiendas y colocarte allí lo que de verdad les interesa: un contrato con todos sus avíos, domiciliación bancaria y cliente al bote. "No esperes encontrar -me aseguró- el de prepago porque es un simple anzuelo publicitario para captar abonados. Luego intentas darte de baja cuando pasen las vacaciones, en la tienda te dicen que eso es cosa de Telefónica o de Vodafone, llamas, escribes, te aburres y sigues pagando mensualmente una cuota por algo que ya no utilizas".

Se trata pura y simplemente de publicidad engañosa contra la que se debería actuar, evitando así que se pueda tomar el pelo impunemente a los integrantes de la otra cofradía: la de los ingenuos. Las fechorías de estas grandes marcas en un negocio tan competitivo, y con las tarifas más altas de Europa, son propias de pícaros y desaprensivos, con un mercado cautivo porque hoy día nadie puede prescindir de servicios que se han convertido en esenciales.

Solución: escribo mis artículos, los paso a un pendrive diminuto y me voy a casa de mi amigo que sabe de ordenadores casi tanto como el que los inventó. Gracias a lo cual esta queja puede ser hoy leída.

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