Cofradías

El camino de Triana que cantaban los poetas

Puntualmente el simpecado salió de la capilla de la calle Evangelista hacia la aldea almonteña

el 23 may 2012 / 09:25 h.

Pasaría desapercibido, pero el alma del poeta Manuel Pareja-Obregón estuvo ayer en la salida de la hermandad de Triana hacia el Rocío. Sus famosas sevillanas dedicadas al arrabal y a la hermandad recordaban un estilo y unas formas de hacer el camino que ya sólo pueden contar aquellos que llevan varias décadas de camino a sus espaldas, cuando proliferaban las estampas de la Virgen de los sombreros y la tracción mecánica por las arenas era una utopía.

Los tiempos actuales han traído grandes avances pero unos caminos que en poco se parecen a los que cantaba el recordado poeta, pero durante la salida de ayer sobrevoló el espíritu de sus famosas sevillanas, aquellas que cantaban que se habían roto las alcancías de todas las casas del barrio y que irían a la aldea con lo tuvieran, pero con la fe y la alegría por bandera.

Y eso fue lo que ocurrió ayer, que el barrio de Triana se echó desde primera hora a las calles para despedir al Simpecado de la hermandad, el mismo que irá al pueblo de Almonte el próximo año para contarle a la Virgen que hace doscientos años un grupo de trianeros formalizaron la devoción a la Virgen en el barrio. Y se echó a las calles con lo que tenía, el que podía ir todo el camino lo haría y el que menos, pues menos. Unos hasta la calle Castilla, otros llegarían a la Pañoleta, otros a Castilleja de la Cuesta y los más afortunados podrían llegar hasta la parada de Torrequemada, donde la hermandad hizo noche. Y unos engalanaron sus balcones con mantones y otros con lo que pudieron, pero el fondo continuaba siendo el mismo: que eran las ocho y media de la mañana y había que honrar al Simpecado estaba a punto de salir de la capilla.

Y a esa hora en punto, los trianeros pidieron silencio porque asomaba por el dintel las flores blancas que adornaban a la Chiquitita. Una sevillana sentida cantada a pie de calle rompió el silencio mientras el prioste colocaba con todo el amor del mundo el Simpecado en ese altar de plata que tiene Triana por carreta. Y ahí, los primeros vivas a Triana y a la patrona de Almonte rompieron el corazón y el alma de quienes llevaban un año completamente desesperados esperando que llegara el día de ayer. El sueño ya era una realidad.

Desde ese momento, ya sólo había tiempo para disfrutar, para rezar, para estar con los amigos y disfrutar de la romería. Antes de abandonar la ciudad, los trianeros quisieron despedirse de las hermandades del barrio. Saludaron a La Estrella, cumplimentaron a La O -que le regaló una imponente petalada- y antes de abandonar la calle Castilla, en la que proliferaron como setas todo tipo de regalos publicitarios,, pararon la carreta en la capilla del Patrocinio para pedir la protección y el amparo durante el camino del Cristo del Cachorro y la Virgen del Patrocinio. Ya sólo quedaba enfilar la carretera camino de la Pañoleta y desde ahí subir a Castilleja, ese pueblo que no tiene hermandad propia del Rocío que tiene a Triana como suya, y Triana lo tiene a él como una extensión del barrio y que ahora da amparo a la obra social cumbre de la hermandad: el proyecto Rebeca.

Y el camino continuó, y los trianeros continuaron toda la jornada cantando al Simpecado con la vista puesta en la presentación del próximo sábado ante la Blanca Paloma y con la visita que la Virgen hará el próximo lunes de Pentecostés al Simpecado trianero, que entre palmas y vítores esperará impaciente en su casa de hermandad.

Y hoy miércoles, Triana dejará bien temprano la hacienda de Torrequemada y buscará los pinares de Tornero, para hacer noche allí y mañana poner rumbo al Quema, que se cruzará a las ocho y media de la mañana. Y desde ahí, ya sólo queda buscar a su madrina Villamanrique y a la Blanca Paloma.


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