Las negociaciones para el nuevo convenio colectivo del campo sevillano arrancan hoy, con la constitución de una mesa donde se sentarán de un lado la patronal Asaja y, del otro, Comisiones Obreras y UGT. Se inicia, así, un tira y afloja que tradicionalmente ha venido acompañado de severas -y violentas- movilizaciones, por cuanto los sindicatos se juegan, y mucho, en el que es el pacto laboral más importante de la provincia, tanto en número de trabajadores como de empresas, y que sirve de referencia para el resto de las actividades agroganadera y de primera manipulación de frutas y hortalizas de la comunidad andaluza.
En estos momentos, y a la espera de que fragüen y se cierren las negociaciones, el convenio colectivo anterior, que expiró el último día de 2007, se ha prorrogado, aunque el nuevo tendrá carácter retroactivo (esto es, su vigencia se retrotraerá al 1 de enero).
En la mesa no participa el SOC, sindicato que, aunque no lo negoció, sí se adhirió al convenio colectivo anterior, e incluso protagonizó algunas de las movilizaciones más intensas cuando, en 2004, el diálogo se estancó y los piquetes hicieron acto de presencia en las plantas de manipulación de melocotones, allá por mayo, para llamar a sus trabajadores a la huelga.
Ricardo Serra, presidente de Asaja de Sevilla -las organizaciones agrarias UPA y COAG ni negocian ni firman el pacto laboral- expresó la semana pasada su temor a que los sindicatos estuvieran esperando a la campaña de melocotón para forzar sus reivindicaciones con las protestas como telón de fondo.
El convenio colectivo para el campo sevillano da cobertura a unos 120.000 trabajadores de la provincia, que están empleados por alrededor de 20.000 agricultores y empresas agrarias. El último tenía vigencia trienal.
