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El cáncer modera al comandante

el 27 ago 2011 / 18:28 h.

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¡Las vueltas que da la vida! El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pasó de ser en 1992 un militar golpista -le costó dos años de cárcel-, a ganar unas elecciones por las que llegó al Palacio de Miraflores, sede del Gobierno de su país, en 1999. Pero su historia al frente de Venezuela ha dado muchos tumbos, le pagaron con la misma moneda en 2002, aunque la asonada sólo le apartó del poder un par de días. Y ahora, ya en 2011, con una enfermedad como el cáncer sobre sus hombros, está más que dispuesto a presentarse a la reelección en 2012 y seguir de presidente hasta que el cuerpo aguante y el pueblo le siga queriendo y votando.

Pero desde que reveló que padecía cáncer ha moderado considerablemente su lenguaje. Ha comenzado a virar hacia, llamémosle, centro, una transformación que la inició hace ya unos meses, pero que con la enfermedad se ha acelerado.
Recientemente llegó a admitir que el cáncer le está "cambiando radicalmente" su vida para que sea "más diversa, más reflexiva y más multifactorial".

Y es que cuando llegó al poder impuso su revolución bolivariana: anti-imperialista, democrática-burguesa, contrarrevolución neoliberal y pretensión de llegar en este siglo a una sociedad socialista. Un ideario que iba siempre acompañado de una simbología como eran las camisas rojas que lucía el comandante de forma habitual, y a las que ahora ha renunciado e incluso despreciado: "¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo de camisa roja? En verdad, yo digo que esta gente que anda de ropa interior roja no sé qué más roja, pudiera ser sospechosa y me perdonen, ¿no?", ha llegado a decir.

No queda sólo en este detalle la metamorfosis que ha experimentado Chávez. Quizá recordando los años que estuvo en la cárcel y el sufrimiento que está padeciendo, ha iniciado la excarcelación de presos políticos enfermos, bien es verdad que este detalle coincide con el anuncio de su Gobierno de liberar a 20.000 reos, casi la mitad de la población carcelaria, con el bonito propósito de descongestionar las cárceles.

A estas decisiones se une el viraje que ha dado en su política internacional, fundamentalmente con su enemigo hasta ahora irreconciliable: Colombia.
Es cierto que el cáncer ha renovado a Chávez, pero también es verdad que el comandante es un personaje voluble.
Permanecerá en la memoria de todos los españoles cuando arremetió duramente contra él el rey Juan Carlos, cuando le espetó: "¿Por qué no te callas?" en la XVII Cumbre Iberoamericana. El comandante trataba de interrumpir la intervención del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, para descalificar a José María Aznar al que tachó de "fascista".

Esta reacción del Rey sentó como un jarro de agua fría al egocéntrico Chávez, que no dudó en intentar desacreditar al monarca, pero sólo unos pocos años después, como si nada hubiera pasado, llegó a manifestar que le unía una "vieja amistad" con don Juan Carlos. Sea verdad o una fantasía del comandante, incluso llegó a relatar que el Rey le invitó un día a desayunar en el Palacio de la Zarzuela, donde el monarca le estaba esperando en pantuflas y bata.
Bien es cierto que Hugo Chávez es un personaje peculiar y que enfermo o no destaca por sus excentricidades. Le encantan los medios de comunicación y para vender su imagen no ha dudado en tener el programa Aló presidente, moderado por él mismo. También se ha llegado a decir que cuando ha viajado al exterior ha llevado a sus cortesanos para que le vitoreen y que incluso tiene contratado a un probador de comidas, para evitar ser envenenado.

Con todos estos cambios en su vida, no se sabe de dónde viene ni a dónde va el comandante. Lo único que, por el momento, no ha cambiado es su amistad con Fidel Castro. Chávez fue paño de lágrimas del expresidente cubano cuando éste cayó enfermo y ahora es el octogenario Castro quien le da ánimos para seguir luchando contra el cáncer.

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