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"El caso de los bebés robados no es memoria histórica, era un negocio"

El abogado impulsor de la causa, Enrique Vila, aclara que el caso español «no es equiparable a lo ocurrido en Argentina» y arremete contra las trabas de la Iglesia para acceder a sus archivos.

el 04 feb 2014 / 23:30 h.

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El escritor y abogado Enrique Vila Torres (segundo por la izq.), ayer durante la presentación del libro. El escritor y abogado Enrique Vila Torres (segundo por la izq.), ayer durante la presentación del libro. El abogado Enrique J. Vila Torres, impulsor de la causa de los bebés robados a raíz de la búsqueda de su madre biológica que inició tras enterarse de que era adoptado, dejó claro ayer que este tema en España «no es equiparable a lo que ocurrió en Argentina» y rechazó «la politización» que están realizando algunas asociaciones y partidos al vincularlo a la memoria histórica porque «el robo de niños siguió después del franquismo y era un mercadeo, un negocio, no una iniciativa política». Vila presentó ayer en Sevilla su último libro Hijos de otros dioses. Guía práctica para hijos que buscan sus orígenes biológicos ante un auditorio repleto justo de las otras implicadas, las madres que buscan a sus hijos –a la mayoría de las cuales les dijeron que nacieron muertos– y también algunas hijas que llevan años con «la mosca detrás de la oreja» y creen ser adoptados o comprados. La búsqueda personal que inició Vila tras enterarse, con 23 años y mientras buscaba unos papeles necesarios ante el inminente fallecimiento de su padre, de que era adoptado es el «hilo conductor» de un libro en el que se mezcla el «ensayo técnico» para aclarar conceptos jurídicos y guiar en el proceso a afectados y a otros abogados con «los sentimientos de un adoptado cuando está buscando», sin dejar de lado a los «grandes olvidados, los padres adoptivos», a los que en su caso adora y agradece que le criaran y cuidaran como lo hicieron. Recogida masiva de muestras de ADNen 2012 para la investigación. / J.M.Espino Recogida masiva de muestras de ADNen 2012 para la investigación. / J.M.Espino El autor presentó en 2011 la primera denuncia de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) ante la Fiscalía General del Estado; preside actualmente SOS Raíces Adoptados y representa como abogado a decenas de afectados que han presentado denuncias. Pero en el libro aborda un tema que sabe que «va a levantar ampollas» como es la crítica a la «politización que se ha hecho de los bebés robados». Considera «negativo» iniciativas como las de los afectados que se han sumado a las iniciativas que buscan que la justicia internacional persiga penalmente los crímenes del franquismo vinculando este tema con la memoria histórica. «En España solo en la posguerra hubo una ley que permitía coger a los hijos de las mujeres republicanas encarceladas, una práctica deleznable pero eso solo fue en los años 40 y robos de niños siguieron después. No era una iniciativa política, era un negocio», explicó. Vila Torres lleva 25 años buscando sus orígenes sin tener «ninguna pista» de su madre y aunque inicialmente pensó que le dio en adopción por «sus circunstancias», tras ver muchos casos «cada vez estoy más convencido de que fue coaccionada porque el 80% de las mujeres lo eran». También dio una explicación al fracaso de su búsqueda:«Soy uno de esos casos en que nací en una institución totalmente privada y eclesiástica –la Casa Cuna Santa Isabel de Valencia– y la prevalencia de nuestro derecho a saber por encima del derecho a la intimidad, que la ley española reconoce, a la Iglesia le da igual». He ahí el segundo tema polémico que aborda en el libro y al que está dedicado actualmente en la vía judicial: los problemas que pone la Iglesia a acceder a los datos «sin que nadie haga nada». Se escuda en que el Concordato reconoce la inviolabilidad de sus archivos, como la de sus edificios, y «ningún partido ha intentado impugnar eso». El letrado trabaja con la Unesco para que conocer los orígenes sea un derecho fundamental y «vamos a denunciar al Estado Vaticano por no obligar a sus instituciones a facilitar los datos». En el auditorio le escuchaban atentamente, entre otras, Beatriz López, que en 1977 dio a luz a un niño supuestamente muerto aunque «no me dejaron verlo y luego en planta me pusieron unos segundos a un niño vivo y no consta su entierro en el registro del cementerio» o Carmen Fernández, cuya madre aseguró que dio a luz a gemelas en 1959 y aunque ella nació en casa y la otra supuestamente muerte en el hospital «el nacimiento que consta en el hospital es el mío y ningún bebé nacido muerto».  

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