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El cautivo embelesa por la Carrera Oficial

El gigantesco paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilatos de Los Palacios y Villafranca arrastró ayer a miles de devotos tras de sí. Creó una atmósfera de sagrada atracción por su nuevo itinerario y por la Plaza de España, por donde no había pasado hasta ahora.

el 15 sep 2009 / 01:57 h.

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El gigantesco paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilatos de Los Palacios y Villafranca arrastró ayer a miles de devotos tras de sí. Creó una atmósfera de sagrada atracción por su nuevo itinerario y por la Plaza de España, por donde no había pasado hasta ahora.

El Cautivo recorre el Martes Santo palaciego cada año menos solo. Al paso más moderno de la Semana Santa de Los Palacios y Villafranca empezó conociéndolo el vulgo, en sus metáforas chispeantes, como el Barco, tan desproporcionada se presentaba su envergadura con un Señor maniatado encima. Además, el Martes Santo no había sido absorbido aún por la sensibilidad cofrade del pueblo. Al cabo de 15 años, sin embargo, el Señor del Furraque se presenta a su barrio y al pueblo entero con otro cariz. Ya no va solo ni en el paso -donde lo acompañan el dedo acusador del gobernador imperial y los ojos inquisidores de escribas y romanos- ni en la calle, donde lo arropa una multitud quebrada de dolor y fiesta.

Ayer se asomó al Furraque todavía con luz, precedido de casi 300 nazarenos que enfilaban la calle Larra. Nada más salir el paso, con su robusta canastilla de los hermanos Caballero, el Señor Cautivo recompensó a la muchedumbre que aplaudía con la garantía divina de una estación de penitencia a salvo de las aguas.

Todos recordaban la carrera empapada del año pasado desde la calle Real, donde un aguacero repentino sorprendió al Cautivo en la recta final de su procesión y llegó a su capilla jadeante de fe repartida: ni uno solo de sus nazarenos lo abandonó.

La procesión de ayer fue muy distinta: más lucida, si cabe, por la novedad de la carrera oficial por la Plaza de España, por donde esta hermandad no había querido pasar hasta ahora. El paso venía majestuoso por los aplausos enfebrecidos que le llovieron en la presentación ante la parroquia del Sagrado Corazón.

En los palcos oficiales y en la estrechez de las esquinas, se hizo el silencio cautivador mientras el Señor avanzaba poderoso por una plaza a rebosar.

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