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El Cerro del Águila hace barrio para despedir a sus peregrinos

Si de algo están orgullosos en El Cerro del Águila es de su Simpecado. Ayer el barrio vibró con la salida de su hermandad que, con más prisas que otros años, dejó la ciudad por el Puente de Juan Carlos I. Antes, hubo momentos emotivos para despedirse de los que durante todo el año son sus vecinos. La Blanca Paloma espera la visita de estos 500 romeros.

el 15 sep 2009 / 04:27 h.

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Si de algo están orgullosos en El Cerro del Águila es de su Simpecado. Ayer el barrio vibró con la salida de su hermandad que, con más prisas que otros años, dejó la ciudad por el Puente de Juan Carlos I. Antes, hubo momentos emotivos para despedirse de los que durante todo el año son sus vecinos. La Blanca Paloma espera la visita de estos 500 romeros.

"Hay dos días señalaítos en el calendario cerreño: el Martes Santo, con la salida de la cofradía de los Dolores; y la mañana de la partida de la hermandad", explicaba ayer Luis Montoto, cronista del barrio, que no dudó en colgarse la medalla al cuello para asistir a la misa de romeros de las siete de la mañana. "Sólo voy hasta el antiguo matadero", se justificaba a la puerta de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, mientras que no dejaba de saludar a vecinas que salieron del barrio y, que cada año, acuden a esta cita rociera. "Esto es El Cerro", sentenciaba.

A las 8.20 horas de la mañana quedaba entronizado en su carreta de plata el Simpecado verde que bordó Francisco Carrera Iglesias. De estas labores se encargó el prioste José Manuel Carrasco que, ataviado con traje corto, se deshacía en vítores a la Blanca Paloma y al barrio. Con tres "¡Viva El Cerro!" concluyó su retahíla.

Las lágrimas de los más mayores, que se quedaban en tierra, se mezclaban con el desconsolado llanto de niños recién nacidos, que fueron subiendo a lo alto de la carreta de plata. Una de ellos fue Miriam del Rocío, que con sólo 12 días estuvo cerca del Simpecado al que durante años han acompañado sus jóvenes padres: Aurora y José. "Queremos que nuestra hija lleve la tradición rociera. Lo hemos hecho a la salida y esperamos repetirlo a la entrada", relataban los jovencísimos padres. Frente a estas nuevas generaciones, rocieros antiguos renunciaban al camino por los achaques de la edad. Pedro Fernández Garrido y su esposa -fallecida hace unos meses- fueron hermanos fundadores que el 1 de noviembre de 1978 decidieron "tirar para adelante", como recordaba ayer. Su cordón desgastado le delataba: "Este noviembre se cumplen 30 años de que empezamos a moverlo todo para ser asociación", relataba sin perder de vista a la carreta, exornada con gladiolos amarillos.

En la delantera, Manuel García Negrete empuñaba la vara dorada. "Puede ser mi última romería o no", dejaba caer. La junta de gobierno podría estar estudiando la posibilidad de darse una prórroga después de que no se haya presentado ninguna candidatura para las elecciones de junio. "Ahora hay que disfrutar del camino", explicaba García Negrete al salir de El Cerro.

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