Panorámica del pabellón de San Pablo durante el partido España-Angola (Fuente:FEB) Todavía faltaba algo más de media hora para que comenzara el partido, cuando ya había algún coche aparcado en los alrededores del pabellón de San Pablo en posición susceptible de ser multado por la autoridad competente. Baloncesto, Sevilla, agosto, domingo, mediodía. Cinco factores que sumados todos ellos convertirían la imposibilidad de encontrar un hueco para aparcar el vehículo en un episodio quimérico o en una de esas utopías que fantasearon Tomás Moro o su tocayo italiano Campanella. Pero la escena que ayer se contempló en los alrededores de las calle Éfeso, ni era producto de la ensoñación de un filósofo ni de la ilusión óptica que produce el calor y la exposición prolongada al sol. El recinto deportivo recibió ayer a la misma marabunta de gente, que a la misma hora y a unos cien kilómetros de distancia se agolpaban en los chiringuitos de La Antilla o Zahara Los Atunes. Sevilla tuvo ayer su chiringuito, el chiringuito de San Pablo, en el que se pudo disfrutar de la mejor generación de baloncestistas españoles de la historia. Todo aquel que piense que las canastas y los triples son asunto de otras latitudes se quedó ayer sin argumentos. Tienen su público en esta ciudad, lo único que hace falta es vender como es debido el producto y hacer a la gente partícipe de la fiesta. La afición ha estado magnífica, el ambiente en el pabellón ha sido estupendo. Creo que hoy se ha demostrado que el baloncesto tiene tirón en Sevilla, aseguró el seleccionador Juan Antonio Orenga en rueda de prensa. Más información en las páginas de El Decano Deportivo.