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El choque del 20-N. Mira qué elegancia en el despelleje

En lo único en lo que coinciden Guerra y Montoro es en la exquisitez con la que se ningunean

el 27 oct 2011 / 19:26 h.

El aroma como quien dice no se ha ido desde las municipales de mayo, pero la semana pasada empezó a oler de verdad a elecciones en Sevilla. Y, atención, prietas las filas y relucientes las armaduras, que vienen los jefes a pasar inspección: los primeros de la lista llevan unos días que no paran y ya están pateándose las calles, con lo que tienen a los suyos de maniobras permanentes. Alfonso Guerra (PSOE) maniobra con la confianza del que se conoce el terreno de juego, Cristóbal Montoro (PP) lo hace con la seguridad del que va a ganar. Puede que pierda el choque de Sevilla, pero los suyos están convencidos de que la victoria final en la batalla nacional está en el bote. La cosa es que no se nos note mucho, que no queda bonito y además nos da la risa, así que hay que poner cara de concentración.

La semana pasada tocó entrevista con los dos, y la verdad es que son unos personajes. Guerra te sepulta en erudición, a la conversación se asoman desde Roosevelt hasta Trotski, pasando por Nixon y Veblen, con el detalle de aclararte que fue un sociólogo norteamericano muy importante allá por los años 50. La URSS aparece por defecto, para explicar que su desaparición acabó con aquel mundo tan sencillo de dos bandos que dio paso a un multipolarismo que nos tiene ahora con estos pelos. Salvador Allende, curiosamente, se contrapone al 15-M: ya era hora, viene a decir, que el personal empiece a cabrearse, porque en sus tiempos lo hacían por todo, como cuando se lanzaron indignados a la calle por un golpe de Estado, el de Pinochet, que se había producido al otro lado del mundo. "En 1996 ya publiqué que se había perdido la capacidad de indignación", recuerda.

Alfonso Guerra juega en la calle con la ventaja de que su estilo llega a muchos (de la parroquia propia, claro está), "a mí lo que me dice mucha gente es que me entiende perfectamente". La ventaja de Cristóbal Montoro es que habla de economía (que es lo que se lleva ahora) y también lo entiendes perfectamente, otra cosa es que compartas el discurso. Y lo de hacerse entender no lo digo sólo yo, sino que lo corrobora él a la vez que critica ajustes en las pensiones y subidas de impuestos indirectos, prometiendo que no, que no lo van a hacer. "¿Por ser más justos? No, porque entendemos más de economía". El que quiera que recoja, que es gratis.

Montoro no esconde las ideas propias, aunque sabe que no se va a ganar una cascada de amigos entre los que ya no están en sus filas al hablar de gestionar como si fueran privadas la educación y la sanidad, que por cierto "no pueden tener un presupuesto ilimitado". Huy, lo que ha dicho, roza lo innombrable. Pues ahí está, con ese discurso se les está poniendo una cara de ganar las elecciones que no pueden con ella porque mucha gente lo comparte. Hasta hace dos días los socialistas llevaban a gala que el PSOE es el partido que más se parece a España, pero ahora en el PP les hacen los ojos chiribitas en pensando la de votantes tránsfugas que se van a llevar. Eso al final "nos dará un PP más cercano a ellos", dice Montoro, "haremos una casa capaz de recibirlos". La mansión no han terminado de construirla y no dejan de ampliarla por la de visitas que esperan.

Bueno, pues éste es el panorama que tenemos. ¿Alguna coincidencia entre ellos? Pocas, la verdad, si acaso la exquisitez con la que se ningunean el uno al otro. "¿Montoro? ¿Está hablando de alguna montería, eso es una ganadería de toros o qué?" "¿Guerra? Está demodé, no se puede hacer política desde estos planteamientos". ¿Más ejemplos? Guerra: "Montoro es un fanático del liberalismo ultraconservador". Montoro: "Guerra es la exégesis de un socialismo que no está actualizado". Al menos están de acuerdo en despellejarse con estilo, destilando una cierta elegancia.

¿Conclusión final? Coincido con Guerra en que hay un distanciamiento muy grande entre los ciudadanos y la política, básicamente porque los políticos predican una cosa, hacen otra y se te quedan mirando con la mejor de sus sonrisas, a ver si no les pillas el truco. Un ejemplo tonto: uno le mete el dedo en el ojo al rival a la vez que habla de cordialidad, de una campaña sin juego sucio. Y si le dices que no está bonito lo que está haciendo con el dedo, te pregunta que qué dedo. Con Montoro coincido en que la clave está en la economía, y que para eso lo han traído a Sevilla, para que los suyos saquen pecho. Éste es el que nos va a sacar del lío, vienen a decir, sus recetas dan miedo, vale, pero es lo que hay si queremos salir de ésta. La clave está en la economía, sí, el problema es que hemos retrocedido 20 años en el debate y volvemos a plantearnos cosas que creíamos ya superadas, porque el mundo se nos cae a pedazos ante nuestros ojos.

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