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El cierre del Bernabéu

Las imágenes de Pepe agrediendo a Casquero son tremendas, pero quizás sea peor la de renombrados periodistas deportivos justificando en tertulias de televisión la desmesurada violencia del jugador del Real Madrid. Sólo uno se atrevió a llamarle delincuente...

el 16 sep 2009 / 01:42 h.

Las imágenes de Pepe agrediendo a Casquero son tremendas, pero quizás sea peor la de renombrados periodistas deportivos justificando en tertulias de televisión la desmesurada violencia del jugador del Real Madrid. Sólo uno se atrevió a llamarle delincuente, y los restantes se echaron encima con la peregrina excusa de que si fuera un delito, sólo sería un "delito deportivo" sobradamente justificado por un "cruce de cables", o sea, desequilibrio mental transitorio. La conclusión, que Pepe es una "buenísima persona", aunque, como puede confirmar cualquier médico, las patadas en la espalda podían haber dejado inválido al jugador del Getafe. Pero eso no cuenta, lo real y verdaderamente conmovedor es que el madridista pidió disculpas al cabo de dos horas y ese gesto debe menguar la previsible condena.

A veces, esas simplezas merecen algún tipo de sanción. Las cárceles están llenas de agresores a otras personas que pedirían perdón con más sinceridad que el madridista si se les ofreciera la oportunidad de rebajar el fallo de sus sentencias. Efectivamente, son casos distintos, el de Pepe responde al de un privilegiado que además aumenta esa condición porque juega en el Real Madrid. Y, por supuesto, respecto a cualquiera de tercera división, pero también hubiera provocado cierta alarma social si es el actor figurase en las alineaciones del Sevilla o del Betis, aunque la acción hubiera sido en un lance del juego como aquella de Navarro con Arango. Sin embargo, la del madridista la tratan como una anécdota cuando es tan grave y punitiva como la del lanzamiento de una botella desde las gradas del estadio o los golpes de un minusválido a un guarda de seguridad. Desde la perspectiva didáctica, ésta es más grave, peor que la de aquellos delincuentes porque no tenían seguidores ni representaban a nadie, aunque cerrasen los estadios en los que fueron protagonistas, y la del jugador es un pésimo ejemplo para admiradores y fanáticos de ese club que manipula elecciones y corrompe asambleas. La simple aplicación del principio de igualdad ante la ley, debería añadir a la sanción al jugador el cierre del Santiago Bernabeu.

Periodista

daditrevi@hotmail.com

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