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Cultura

El cómic y la zarzuela se alían en 'La taberna del puerto'

El Teatro de la Maestranza se atreve a competir con el calor y programa, desde este sábado y hasta el 4 de julio, la zarzuela 'La tabernera del puerto', de Pablo Sorozábal. Serán cuatro funciones dedicadas al género chico en los que el mundo del cómic estará presente gracias a una imaginativa escenografía.

el 15 sep 2009 / 07:03 h.

El Teatro de la Maestranza se atreve a competir con el calor y programa, desde este sábado y hasta el 4 de julio, la zarzuela 'La tabernera del puerto', de Pablo Sorozábal. Serán cuatro funciones dedicadas al género chico en los que el mundo del cómic estará presente gracias a una imaginativa escenografía.

Gustó en la España de la República y en la del franquismo. Pablo Sorozábal, tras el éxito de La del manojo de rosas, estrenó en la Barcelona de 1936 el que iba a ser su gran hallazgo lírico, La tabernera del puerto. A Madrid llegó en 1940, y también triunfó. Eso a pesar de que en la comedia del músico vasco corren ventiscas algo provocativas: se habla de los últimos piratas, pero también del incipiente tráfico de cocaína e incluso se escenifica una relación incestuosa. Con el oscuro manto de la dictadura, los picos cortantes del cuento se limaron. Hoy, el chascarrillo, que lo hay, deja paso a una lectura "más profunda, en la que se ejemplifican todos los conflictos internos que atenazan a los personajes", según Carmen González, tabernera de estas funciones.

Considerada una de las mejores zarzuelas del género, "en ella se combinan las costumbres regionales con el sainete lírico y la opereta", al decir de Enrique Diemecke, entusiasta director musical recién llegado al Maestranza. En su opinión, "a La tabernera... le falta muy poco para ser una ópera, pero como aquí, los muertos regresan, es una zarzuela, porque en las óperas, los fiambres jamás vuelven", bromeó. El maestro mexicano también subrayó ayer la "brillante orquestación" de la partitura, "tan buena es que podría interpretarse incluso sin las voces", aseguró. Y en el empeño de acercarla lo más posible al público, Diemecke se ha permitido introducir ciertos instrumentos de percusión, como las congas, con la idea de "dar el toque caribeño que precisa en algunos momentos".

La producción, estrenada en el madrileño Teatro de la Zarzuela en 2006, viene firmada por el director de éste coliseo, Luis Olmos, un nombre de extenso recorrido en su vinculación con el género de Chapí y Chueca. El responsable escénico insistió en el "carácter valiente del argumento" y adelantó que afrontó la escenografía "como si se tratara de una leyenda, de un cuento o de un cómic", optando por asemejar cada escena a una viñeta del Corto Maltés, personaje con el que guarda no pocas similitudes estéticas el pirata que confecciona Sorozábal, Juan de Egía, aquí interpretado por el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez.

Claro que, si hay un nombre en estas funciones que polarice la atención de los aficionados al arte canoro, éste es el del tenor José Bros, que encarnará a Leandro, carácter relativamente pequeño pero sobre el que recaen intensas y populares romanzas, como la archiconocida No puede ser. Para Bros, su papel es "no especialmente largo, pero sí de elevada complejidad". Habitual en repartos operísticos, el artista afirmó que cantar en español no le supone una especial facilidad: "He vivido siempre el canto de una forma muy natural y me esfuerzo en no tecnificar la voz. En la zarzuela lo que hay que cuidar más es la proyección de la voz cuando tienes que hablar porque las acústicas de los coliseos de ópera no son buenas para la palabra hablada", argumentó. Junto a los ya citados, voces como las de Iván García, Pilar Moral e Ismael Fritsch completan el reparto.

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