El ex presidente del Gobierno José María Aznar conmemora hoy en Sevilla el X Congreso del PP que hace 20 años le aupó a la presidencia del partido -en sustitución de Manuel Fraga- y le sirvió de pista de despegue para alcanzar la Moncloa seis años después.
Algo impensable para los populares en aquella época dado que desde 1982 sus porcentajes de votos rondaban únicamente el 25%. Para celebrarlo, Aznar ha convocado en la capital andaluza a los miembros de su Ejecutiva de entonces. Juntos, compartirán mesa y mantel pegados al Guadalquivir para recordar cómo hace dos décadas lograron modificar unas estructuras de partido caducas que sólo seis años después le permitieron tumbar al hasta entonces imbatible y todopoderoso PSOE.
La percepción de que era posible una victoria electoral fue a raíz de las generales del 20 de octubre de 1989. Entonces, Fraga había designado a Aznar candidato a la Moncloa para literalmente salvar las elecciones. Todo era pesimismo en las filas del PP y se esperaba un batacazo electoral porque además, Felipe González había adelantado los comicios un año para coger a los populares con el pie cambiado y sin tiempo de reacción. Los malos augurios en las urnas también se acentuaban porque la trayectoria de González era hasta entonces intachable, la maquinaria del partido socialista estaba perfectamente engrasada por Alfonso Guerra y para la opinión pública el PP no era más que una versión algo más light del franquismo mientras que el PSOE seguía agarrado y obteniendo réditos de la palabra libertad.
La sorpresa llegó tras las cita con las urnas, en las que Aznar consiguió 106 diputados, uno más que el mejor resultado que Fraga en 1986. El techo electoral del fundador de Alianza Popular había quedado roto por un joven de 37 años inocente y entusiasmado, que decidió que era el momento de cambiar un partido político y crear una nueva forma de trabajo para poder alcanzar la presidencia del Gobierno. Eliminó las siete vicepresidencias del partido, que molestaban más que aportaban, lo dotó de una única secretaría general con Francisco Álvarez Cascos a la cabeza y eligió un lema que logró girar a su favor las taras que hasta entonces tenía el partido: Centrados con la libertad. Una clara y explícita declaración de intenciones con la que se lograron romper cadenas del pasado y atraer miles de votos de una izquierda moderada que andaba entonces algo perdida en el espectro político español.
Aquel congreso sirvió también para promocionar a un grupo de jóvenes políticos que no tenía como función principal aparecer en los mítines sino que eran especialistas en cuestiones jurídicas y electorales. Presentó importantes propuestas en todos los ámbitos y quedará para el recuerdo como el día en que Aznar rompió a llorar en público cuando Fraga le concedió plenos poderes en la presidencia del Partido Popular rompiendo en público la carta de dimisión que le había presentado. El resto de la historia es de sobra conocido. Una victoria electoral en 1996 y una mayoría den 2000. Diez años después del Congreso de Sevilla, como aún lo recuerdan en la sede de Génova, el cambio político había sido posible.
