Tras tres décadas al frente de Facua Sevilla y Andalucía, el presidente de la federación de consumidores en acción abandona estos dos cargos para dedicarse de lleno a un proyecto mayor, aunque aún incipiente: la presidencia de Facua España. El martes dijo adiós a Sevilla, el próximo día 26 lo dirá a Andalucía.
-Treinta años al frente de una organización a la que ha visto nacer, crecer y consolidarse es mucho tiempo. ¿Cómo encara el cambio de dedicarse exclusivamente a la presidencia de Facua España?
-Aunque para mí lo más importante siempre será haber presidido Facua Sevilla (lo apasionante es estar cara a cara con el ciudadano), la etapa que ahora empiezo no está exenta de emociones. Hay que afianzar nuestro movimiento en todo el país. Es algo que nos llena de satisfacción pero también de temor porque hay que dar respuesta a mucha más gente y eso exigía mi completa dedicación. Éste es ahora mi reto.
-¿Por qué esta decisión?
-Porque quiero, porque creo que el cambio es necesario. porque ya es hora de que gente más joven y preparada asuma el liderazgo... de todas formas admito que es una satisfacción irse sin que los demás quieran que te vayas.
-Está en un lugar privilegiado para hablar la evolución de los consumidores. ¿En qué hemos cambiado en estas décadas?
-No hemos cambiado demasiado. Hoy estamos más informado y conocemos más nuestros derechos pero seguimos siendo objeto de abusos. Ahora es impensable que nadie compre algo sin mirar la etiqueta y ver sus características. Por contra, se cometen otro tipo de abusos también muy graves.
-Pero ahora nos quejamos mucho más que antes, ¿es porque hay más fraudes?
-No necesariamente. Hoy reclamamos más, no sólo porque haya más problemas sino porque además contamos con las herramientas necesarias para protestar. La democracia ha permitido crear todos estos mecanismos que han hemos que se pasen de 50 reclamaciones en 1980 a miles de decenas en 2008.
-Entonces, ¿es más difícil ser consumidor ahora o hace treinta años?
-Aunque parezca mentira, igual de difícil. El fin de los monopolios y la liberalización del mercado, a priori positivo, ha dado lugar a una desregularización, no hay normas (prueba de ello es el reciente caso de las facturas de electricidad) y se ha creado un mercado mucho más agresivo. El consumidor está hoy en una auténtica selva que lo hace igual de indefenso que hace años.
-¿Qué es necesario para que un consumidor triunfe?
-En primer lugar, que tenga razón en su reclamación y que pueda demostrarlo con facturas, contratos, etc.). Después que asuma que va a tener que luchar, que nadie le va a regalar nada y que no se canse de reclamar lo que le corresponde. Y por último que haga uso de las herramientas que existen, sobre todo, de las asociaciones. Ha de pensar que agrupándose puede conseguir muchas más cosas que de manera individual.
-Entonces, ¿aún queda mucho por hacer en España en este campo?
-Queda bastante, aunque se ha avanzado mucho en poco tiempo. Pero no hay que olvidar que el asociacionismo en España es muy reciente. En Europa lleva muchos más años. No sólo hay que cambiar leyes también tiene que evolucionar la sociedad: que no haya temor a asociarse, alejarse de que lo gratuito es mejor, como las oficinas de información al consumidor que no solucionan ningún problema, etc.
