El Betis descendió a Segunda y con el cambio de categoría también bajará su dimensión económica. La repercusión del fiasco deportivo no es negativa, es negativísima, y obligará al club a desprenderse de muchos de sus jugadores, pero le queda el consuelo de que su contrato televisivo, al menos durante un año, seguirá tal cual.
Bajar a Segunda División no sólo es un palo futbolístico y anímico, como pudo advertirse el domingo en el rostro de los miles de béticos que acudieron a Heliópolis. También es un grave contratiempo económico, el capítulo que al fin y al cabo mueve el motor de los clubes de fútbol, y el Betis no se va a librar. De hecho, el impacto será mayor en la entidad verdiblanca porque su plantilla no está diseñada, ni deportiva ni financieramente, para afrontar una travesía por la división de plata. Por suerte para el Betis, su contrato televisivo le garantiza unos ciertos ingresos al menos durante una temporada.
Manuel Ruiz de Lopera es el único dirigente del fútbol español que ha vendido sus derechos televisivos a Sogecable. La mayoría optó por Mediapro, mientras que el Atlético de Madrid y el Getafe eligieron Telemadrid. En cuanto al Betis, el acuerdo le proporcionará 27 millones de euros al año a partir de este mismo verano. Podría pensarse que con el descenso mermaría esa cantidad, pero fuentes del club aseguran que la reducción sólo se producirá si el equipo no asciende. Es decir, que el Betis tiene asegurados los 27 millones para el ejercicio 2009-10. Si la próxima temporada asciende, lógicamente seguirá cobrando lo mismo, y sólo si permanece en Segunda vería cómo se aplica una rebaja drástica.
La asociación Por Nuestro Betis (PNB) no lo tiene tan claro. Ayer recordó que Sogecable anticipó 10 millones que acabaron en la cuenta de Encadesa y explicó que con el descenso hay que devolverlos. En el club, en cambio, se asegura que ese anticipo es a cuenta de los 27 millones que el Betis debe percibir en 2010, de manera que dentro de un año aún tendrá que recibir otros 17 millones. Eso está garantizado en todos los casos, sí o sí.
Aparte de la televisión, hay otra pequeña fuente de oxígeno para las arcas verdiblancas. Se trata de una cantidad que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) concede a los conjuntos que bajan de categoría para amortiguar el golpe que supone el cambio de división. No es una millonada y además debe devolverse cuando el equipo ascienda, pero algo es algo.
EL GRAN PROBLEMA: EL PLANTEL
Estas dos ayudas, de todas formas, sólo taparán en parte el gran inconveniente económico que se encontrará el Betis con su caída a Segunda: la plantilla. Tal como quedó recogido en la última junta de accionistas, en diciembre, las fichas y los sueldos de los futbolistas se comen gran parte del presupuesto... en Primera. Las cuentas apuntaban que 85 de cada 100 euros ingresados se destinaban a pagar a los jugadores. Sólo en lo que va de año, de enero a mayo, el Betis se ha gastado ya entre 15 y 20 millones en ese apartado. Y eso sin contar las primas que Manuel Ruiz de Lopera ha ido ofreciendo a los peloteros y que serán cobradas porque no dependían de que el Betis se salvase, sino de que ganase tal o cual partido. PNB también aportó anoche algunos datos al respecto. Por ejemplo, que el Betis ingresó el año pasado 40 millones y se gastó 34 en la plantilla.
La conclusión es que este gasto sólo en los profesionales (el Betis casi no tiene empleados al margen de los que juegan al fútbol) es inasumible en Segunda. Muchos jugadores cobran entre uno y dos millones de euros al año, un abanico incompatible con lo que requiere la división de plata, así que la solución pasa por disolver gran parte del vestuario. He ahí otro problema colateral, porque para el Betis no será nada fácil colocar a jugadores con unas fichas altísimas y que al mismo tiempo están muy devaluados tras llevar al club heliopolitano a Segunda.
Y todo este barullo irrumpe en la vida del Betis seis meses después de aprobar un presupuesto de 46 millones (inviable en Segunda, obviamente) que incluye un déficit superior a los 11 millones y una deuda a corto plazo que llega a los 25, aunque según la oposición ronda los 61. Malos tiempos en Heliópolis.