Qué mejor forma de conocer la forma en que se relacionan los habitantes de una ciudad que acudir a su mercado central? Es por eso que hoy le proponemos un recorrido por la Plaza de Abastos de Cádiz, situada en pleno centro. Fue construida en 1838 en el solar de la huerta del convento de los Descalzos. El histórico mercado de la Plaza de la Libertad fue inaugurado y durante un siglo apenas se acometieron reformas. Juan Talavera inició su obra en 1926, respetando la estructura de columnas dóricas que nos dan la posibilidad de, además de comprar y visitar el remodelado espacio, rescatar un trocito de la historia gaditana. Es un centro neurálgico donde hay espacio para turistas y autóctonos. Los mercados centrales cuentan con ese encanto que solo sus gentes saben transmitir y es un legado que no debe dejarse morir. Diferentes plazas de abastos están siendo reconstruidas para conservar la importancia que un día fueron. La de Cádiz también sufrió esta remodelación y abrió en 2009 sus puertas tras tres años de intensas obras. Después de la rehabilitación, que ha mantenido el diseño original del conjunto, más de 170 puestos se reparten a lo largo del recinto:frutas, verduras, carnes y pescados, los protagonistas de la zona. Juan Carlos Herrera regenta el puesto de frutas y verduras número 74. Desde hace 9 años, su jornada laboral comienza a las 04.30 horas, cuando va a recoger la fruta que venderá a sus clientes esa misma mañana. «Ahora es temporada de picotas y melocotones, son los productos más vendidos», comenta Juan Carlos. 30 son los años que Francisco Ariza lleva vendiendo marisco en el puesto número 174. Él ha sido testigo de la evolución de las instalaciones del mercado. Asegura que la nueva plaza ha ganado en limpieza y que el haber dotado a cada kiosko de una cámara frigorífica es una gran ventaja, pero se queja de que no hay un aparcamiento cercano para que los clientes tengan más facilidades para venir. Bocas, mejillones, carabineros, langostinos y cigalas presiden su goloso escaparate. Durante años, estos lugares se encargaron de abastecer y suministrar alimento a los ciudadanos. Hoy la fría competencia de las grandes superficies hace mella en ellos. El ir y venir de transeúntes se concentra en la parte central del cuadrilátero, donde están los pescados y mariscos. Mercedes, clienta del puesto 152 en manos de Luis Bautista, afirma que si viene a visitar a Luis es por su amabilidad, por la confianza y por el trato personalizado que recibe. Ella es fiel al mercado y a las tradiciones, su presencia es habitual para abastecerse de frutas, carne y pescado. Luis está pendiente de todo, hasta el más mínimo detalle, ya que conoce lo que se van a llevar cada uno de sus clientes. Todos los días, Luis y sus hermanos Moisés y Raúl, que también son propietarios de otro puesto de pescado en la plaza, se despiertan a las 04.:00 horas para recogerse y emprender su camino a las lonjas de Cádiz y el Puerto de Santa María. A pesar del madrugón, es la parte favorita del trabajo de Luis.Adora ir a recoger la mercancía, escoger y, sobre todo, regatear para acordar el mejor precio. Una vez que llega a la plaza se desvive por sus clientas, sabe que su carácter extrovertido y cortés son su mejor carta de presentación. En cambio Luis cree que el aspecto tan moderno del mercado le resta encanto y hubiera preferido que se hubiera rehabilitado la antigua plaza. La pasión de Luis por el mar viene dada, en primer lugar, por sus raíces gaditanas, y, por otro, por su afición por la pesca submarina. Sus hermanos, en la calle de atrás, no cesan de satisfacer las demandas de sus clientes. Moisés recuerda las visitas de Paz Padilla a su local. «Le encantan las gambas, es lo que siempre se lleva». Salmonetes, acedías, lenguados, sardinas, urtas, boquerones, atunes y gallos llenan los establecimientos y es inevitable imaginar cómo quedarían esos productos en nuestras mesas. Los mercados ponen en marcha iniciativas y propuestas para atraer al público y demostrar la calidad de sus productos y el encanto que albergan sus paredes. Durante todos los días de la semana, acoge el Rincón Gastromómico, lugar donde saborear productos tanto de cocina gaditana como nacional e internacional. Aunque aún era temprano ya se podía ver cómo los espacios del Rincón recibían sus primeros visitantes dispuestos a disfrutar con cualquiera de los sabores que inundan las inmediaciones de la Plaza. Comida argentina, sushi, cervezas artesanales y tiendas vinícolas especializadas son un reclamo turístico que ayuda a recuperar la gloriosa plaza.