¡Vaya primavera que lleva Triana! Después de las procesiones de la Esperanza, hoy le tocó el turno al Corpus Christi del barrio, una procesión con cuatro pasos que congregó por la mañana a los vecinos más fieles, los que disfrutan desde que eran pequeños con esta sucesión de imágenes de fervor, y que sienten a sus convecinos como si fueran sus propios familiares. Acompañaron a la custodia representaciones de todas las hermandades del arrabal.
El cortejo lo abrió la banda de música de la Esperanza de Triana, y atravesó las calles estrechas del barrio, engalanadas con guirnaldas y altares y con un público entregado. A continuación enfilaron las calles del barrio los pasos del Niño Jesús, de Santa Justa y Rufina., la Inmaculada y, finalmente, la custodia. El calor de Triana no sólo lo puso la fuerza del verano, sino todo un mar de vivencias que han hecho que los vecinos hayan formado una piña desde tiempos inmemoriales.
Así, junto al altar de la Asociación Juvenil Señá Santa Ana (por cierto, ganador del concurso de altares este año), en el corazón de la calle pureza y mientras discurre el cortejo, rememora las suyas Ana Sánchez, trianera nacida en Villamanrique de la Condesa pero vecina del barrio desde 1960, explica por qué no se pierde ningún Corpus Chico desde entonces: "Llegué perdida del pueblo, y aquí me acogieron en las grandes casas de vecinos que había. No eran mi familia, pero sí que eran más que mi familia". A esto llega el paso de la Inmaculada, portado por los costaleros del 'Caballo', explica esta vecina.
Además de demostrar que trianero uno también se hace, esta mujer hila en este día especial para la comunidad que forma aún este barrio recuerdos como cuando vio de joven, desde su propia casa, cómo Antonio Ordóñez regalaba un manto a la Virgen de la Esperanza, o cómo jugaban de niños los hoy universales Morancos. Sólo interrumpe su relato para tirar de la manga del periodista y señalar: "¡Ahí va mi hijo!". Se trata de Francisco de Asís López, el secretario del delegado del Consejo de Cofradías.
Y mientras se acerca la custodia, precedida por el estandarte de la Esperanza de Triana, y portada por los costaleros de esta Virgen, esta mujer, el testimonio de la vida cotidiana en los últimos 50 años del barrio, cuenta cómo la empleó en 1968 en una fábrica de sombreros el entonces presidente de la peña sevillista? todas las tradiciones acaban enlazándose.
